En 1920-1921, el mundo vivía una situación de post-guerra y entraba de frente en los "roaring 20s", que terminaron en la gran depresión de los años 30, la segunda guerra mundial en los 40s, los baby boomers nacidos con la paz en los 50s, las revoluciones de los años 60s, la crisis del petróleo que iba al ritmo de la música disco durante los años 70s, que dio a luz 20 años más tarde la generación millenial, mientras que en los 80s el mundo se reordenaba en torno a lo pop y lo liberal con la caída del muro de Berlín en los años 80s, llegando la unipolaridad, que hizo crisis en los 90s, creciendo la influencia de China, el gigante que despertó definitivamente durante el resto del tiempo restante, hasta la fecha, mientras que los Estados Unidos veían caer su fortaleza entre el 2010 al 2020, como viera antes, pasados los años 20, su especial relacionada madre patria británica.
Hoy, como hace un siglo, hemos sucumbido globalmente a una pandemia que nos presenta por delante un siglo en el cual el hambre, la inflación, la lentitud de las economías, el desempleo y el temor instalado vía distanciamiento social, conforman la línea de base, a la cual se debe añadir el problema ambiental que se espera termine de madurar hasta los años 30 como siguiente crisis, además de los estallidos sociales que seguirán progresando durante los 20s en esta década que será de crecimiento en conflicto, para llegar a situaciones cercanas a lo que ya miramos y vivimos: el progreso salvador de la tecnología, como forma de modernizar la vida de los hogares, empresas, gobiernos y de la sociedad en general.
Hay poca evidencia de qué esperar en los años 40 que vienen por delante, pero muchos indican que será el tiempo de la minería espacial, alentada por empresarios que abandonarán el planeta a su suerte como ya se comienza a observar, amén de que durante los años 50s se espera un problema severo con el agua y la temperatura del planeta, sumado al declive del liberalismo en manos de un estado cada vez más fuerte, aupado enderechos que se desarrollarán de la mano de ingresos garantizados para los hogares sobrevivientes, con pagos de transferencias que cubrirán una generación tras otra, hasta llegar a un nuevo normal social y cultural en los 60s, si los ciclos de 100 años se repiten como suele pasar, un siglo tras otro, en la salud, la educación, la economía, y los tiempos y las aguas, sobre todo estas últimas, como protagonistas de los conflictos que darán a luz un mundo finalmente circular acá o en el espacio, para tener unos años 80s en los cuales la energía se haya resuelto e implementado en inversiones operativas, a 50 años, desde los años 30s, para darnos unos años 90s de bienestar, que nos lleven a un 2100 de lucha distributiva donde la lucha instalada desde los años 30, será la que se relacione con lugares de buena temperatura, abundancia de agua, y algo clave para el 2110: la existencia de alimento, con un 2120 donde la capitalidad esté en torno no solo al agua y el alimento, sino a la existencia de vida en sí misma, en pocos puntos que serán denominados refugios de vida del antropoceno, generalmente en torno a la línea del ecuador, por su forma y condiciones terráqueas.
Si una empresa se proyecta para llegar a tener 100 años, o más, posiblemente podría mirar hacia atrás, y revisar las historias del pasado, no solo en este último siglo, sino en los múltiples vividos por eras, que son los que sustentan las proyecciones físicas y económicas de los científicos, para llegar a conclusiones que de seguro podremos dialogar, para las décadas venideras, de modo de saber que la energía, el transporte, el agua, los alimentos, y las zonas de refugio de vida, son los servicios, bienes y espacios cuyo valor y precio determinarán la sobrevivencia de nuestros hijos y sobre todo, de nuestros nietos.
Aquí algunas lecturas contradictorias entre sí, que alimentan nuestra visión de resumen expresada en los párrafos previos:
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