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Foto del escritorROBERTO SALAZAR CORDOVA

SAZON Y DESAZON

Chile no es Cuba. No tiene sazón salsera, aunque vaya subiendo su temperatura política a niveles tendientes al promedio de "entre" trópicos; tampoco tiene la misma desazón, pues su estructura es resistente. Veremos acá cinco diferencias fundamentales entre la Cuba de 1950, la de 1970, la de 1990, la de 2010 y la expectativa a 2030, y el Chile de los mismos años.


50s, Chile era una democracia consolidada, mientras Cuba estaba en una dictadura.

70s, Chile entraba democráticamente en el socialismo, Cuba estaba en otra dictadura.

90s, Chile entraba en democracia y concertación, Cuba permanecía en la misma dictadura.

2010, Chile giraba en democracia a la derecha, Cuba heredaba el poder entre hermanos.

2030, Chile saldrá en democracia del socialismo, Cuba probablemente siga en socialismo.


Miremos la historia de forma gráfica:



Cuba, al arranque de los años 50 tenía igual relación en su ingreso per cápita (frente a Estados Unidos) que Puerto Rico; este último país tomó en 1952 la decisión de convertirse en un país asociado a los EEUU, pasando del 20% del PIBpc de dicho país, al 50% actual.


Cuba, en los años 70 ya estaba por debajo del 15%, para 1990 había caído por debajo del 10% y al año 2010 había vuelto a ubicarse por debajo del 15%, superando solamente a Haití, cuyo ingreso estaba por debajo del 5% en la primera década del siglo 21.


Chile, en los años 50 miraba desde más arriba, desde su 40% del PIBpc de EEUU, con admiración latinoamericana, a Argentina, con su más de 50% de dicha relación, misma que se mantuvo para Argentina en los 70s, para luego caer por debajo del 30% en los 90s, carcomida por la inflación, para mantenerse en dicho nivel hasta el 2010.


Chile luchaba entre los 50s y 70s por mantenerse cerca del 40%, pero al entrar en dicha década, llegó a bajar por debajo del 30%, e incluso bordeando el 25% hasta los 90s, cuando comenzó una carrera meteórica para ubicarse ya cerca del 50% de Puerto Rico en el 2010.


El proceso de convergencia de Chile desde los 90s hasta el 2010 (en 20 años) solo tiene parangón con lo que hizo Puerto de los 50s a los 90s (en 40 años). Chile no necesitó asociarse a los EEUU para tener la calidad de vida que hoy disfruta. El desempeño de Chile solo es comparable al de España de los 50s a los 70s (igualmente, en 20 años, como Chile), antes de ingresar en la Unión Europea a fines de los 80s, donde ha seguido creciendo hasta llegar al 60%. México y Costa Rica, en este indicador, no son referentes, pues con subidas y bajadas, se han mantenido en 25%


Resulta curioso que Cuba en los años 90s, cuando se fundó el Foro de Sao Paulo, casi haya convergido inversamente, por debajo del 10%, tendiendo hacia el nivel de Haití, país del cual hoy se tiene notoria migración, desde mediados de la década del 2010, en Chile.


Chile, en los años 70s tuvo una intensa migración hacia otros países de América y Europa


Si bien algunos Chilenos migraron a la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), es notorio que el índice de ingreso de dicho territorio, hasta su disolución en 1990 solo había incrementado en 20 años en un 20%, mientras la misma España, Portugal o Japón, en Asia, llegaron a casi duplicar su ingreso (crecieron 1.8 veces, 80% en el índice).


El crecimiento de estos países fue muy superior al crecimiento de 50% en 20 años que tuvieron los mismos EEUU, sus aliados de Francia en la Segunda Guerra Mundial, así como sus adversarios Alemanes en dicha guerra, ya superada en los 70s y sobre todo en los 90s, tras la caída del Muro de Berlín, que marcó la clara destrucción del comunismo alemán y la reunificación bajo el modelo de Bonn, y la antigua República Federal de Alemania.


Un capítulo aparte es representado por Irlanda, cuyo modelo liberal lo llevó a superar en 50 puntos, en el índice a Rusia, tras la destrucción del modelo socialista en los mismos inicios de 1990, cuando todas las cosas estaban claras, y Chile avanzaba firmemente bajo ideas que hoy vale la pena estudiar en un contexto regional y global, como hemos presentado en los gráficos previos.



Chile es parte de América Latina, hoy más que nunca; como parte de dicho promedio. Lo veremos más y más parecido a la media en el tercer gráfico que presentamos, conforme converja hacia los procesos de los que comienza a salir Ecuador, o los que continúa viviendo Argentina, aquellos a los que volvería posiblemente Brasil, podría caer Perú, o quizá hasta Colombia, siguiendo a Venezuela, o reeditando la recaída de Chile mismo, como hoy lo ha hecho ya Bolivia.


Latinoamérica va quedando por debajo de Costa Rica, ya analizada previamente, y también del Caribe, donde también está la República Dominicana antes estudiada también, al igual que Cuba, que es el país más rezagado, como se observó durante 15 años en Ecuador, al recibir intensa migración cubana, venezolana y haitiana desde fines de los años 2000 hasta mediadios de los 2010.



Vale la pena mirar las tendencias 2010-2020, para pasar al futuro, más allá del rebote del COVID, que para algunos países puede demorar más de dos a cuatro años, si siguen en sus tendencias recientes observadas, principalmente en el Cono Sur, o donde podían estancarse relativamente Puerto Rico, Ecuador, México, Guatemala o Nicaragua.


En este punto, Ecuador, por ejemplo, mira con su dolarización de ya 20 años, hacia Panamá, con su dolarización ya centenaria, que le ha resultado muy bien en términos de crecimiento en los 10 años posteriores a su siglo de independencia de Colombia. Chile se ha estancado y es un país de media tabla, y quizá, si hace bien las cosas en la constituyente, pueda, manteniendo la estabilidad con su UF, manteniendo sus ahorros en su sistema de pensiones, y cuidando la propiedad privada y los incentivos para invertir, descentralizando e incrementando la competencia, ganar competitividad y retomar su senda de crecimiento, como hizo en los tiempos de la Concertación.



Chile hoy compite en su ingreso per cápita con Uruguay y Jamaica en América Latina y el Caribe, y tiene perspectivas de crecer, si retoma el ritmo de inversión, sobre todo de realizar inversión sostenible y de impacto.


Ciertamente, la distribución no es un problema en economía de síntesis neo-clásica, con un bienestar sustentado en el mercado, pero con pagos de transferencias que sean voluntariamente acordadas, como parece será lo que ocurra. Ecuador ya lo ha hecho, igual voluntariamente, y ha salido de dicho proceso, retornando el poder hacia la derecha, que hoy mantiene pactos con derechos, dolarización y diálogo con grupos indígenas y social-demócratas, dejando atrás su estancamiento de los pasados 15 años.


Ojalá la sazón latina que entra en Chile no se convierta en la desazón que Cuba tuvo en los 90s, que le llevó a impulsar por sobrevivencia el Foro de Sao Paulo, que como se observa, le ha permitido sobrevivir, de la mano de los apoyos de países que hoy están con problemas para retener a su capital humano en su territorio, y sobre todo, tienen problemas severos para vacunar, proteger y cuidar la vida de sus ciudadanos, como Venezuela.


Hay que mantener el diálogo y tener claro que Chile hace las cosas con democracia y con libertad. Eso es lo fundamental.


Roberto F. Salazar-Córdova, Santiago de Chile

HEXAGON GROUP / ADN@+ / POLITICS'PUB


Fuentes y consultas adicionales:


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