Los resultados observados desde lejos parecen consolidar la institucionalidad democrática en primer lugar, al haberse dado elecciones libres y competitivas, sin acusaciones de fraude, y con participación suficiente, así como una diversidad fundamental para asegurar que los ciudadanos elijan entre las diversas opciones, más o menos conservadoras, o más o menos innovadoras.
Los resultados permiten observar un retorno hacia lo conservador, tras un proceso innovador, manteniéndose un equilibrio en el centro, entre izquierda y derecha.
La cohesión social resulta ganadora en las elecciones, en un marco enfocado en la necesidad de divisas para sacar adelante las economías nacionales y locales de los dos países, con una visible diversidad en la cual el federalismo y el centralismo marcan un reto de descentralización del poder para asegurar los derechos humanos, con un enfoque interesante, sobre todo en México, hacia un crecimiento innovador en el partido verde en tiempos de digitalización acelerada en dicho país. En Perú, la coalición de oposición muestra una convocatoria potente desde lo rural, cuya digitalización va rezagada, conforme lo mostraron los resultados iniciales con mayoría en lo urbano, que llegó primero, pero con tendencias diferentes en lo rural, que llega segundo en el tiempo de entrega de los votos.
DIALOGO
En México, MORENA requerirá una alianza con el Partido de los Trabajadores y con el Partido Verde, para asegurar funcionamiento legislativo, y no logra conformar una coalición de mayoría calificada para avanzar sus reformas constitucionales de alta innovación social y ambiental. En ello, al parecer, MORENA comete un error político, al perder su mayoría simple, fortaleciendo a otros partidos con su campaña de avance hacia un poder total vía constitución, a la usanza de otros países que siguieron dicho camino. El diálogo será necesario y es el gran ganador, tanto para lo que represente la conformación de mayorías legislativas, como para desbloquear artículos para reformas constitucionales, donde los conservadores en el PAN, y el bloque conformado junto al PRI de Peña Nieto, y consolidan una alianza con el Social-Demócrata PRD, que también requerirá de Diálogo.
En Perú, las diferencias observadas en lo urbano, parecen apuntar a que se cumpla la teoría de Pichihua (2021) citada en un artículo previo, consistente en que quienes quedan segundos de manera consistente en el Perú, pasan a ser opositores y luego acceden al poder. En dicho marco, el diálogo en diversidad (Diálogo Hexagonal, como se muestra previamente) es fundamental para conciliar pasado con presente y futuro y garantizar gobernanza y gobernabilidad para construir cohesión social y desarrollo.
El ADN@+ avanza en positivo en México y Perú, de forma democrática y diversa, recogiendo el voto y las lógicas de comunidades locales y valóricas como centro de la acción política, económica y social futura, requiriendo como ya se ha observado en Ecuador y Chile, un apuntalamiento en dichas comunidades para garantizar el funcionamiento del estado y del mercado, así como la integración poco a poco, de los elementos de poder y razón radicados en la academia, los inversores, y las redes.
ALIANZAS
Tal como ya se observa en Chile y Ecuador, tras sus elecciones, los procesos electorales de Perú y México muestran una tendencia hacia la construcción de poder estatal y comunitario a la vez, siendo las últimas un pivote entre la fuerza de la clase política y la fuerza de la razón desde lo académico, formando un triángulo de desarrollo que deja espacio para el funcionamiento de un segundo triángulo de base, conformado por segundo pivote aliado directo de las comunidades, en línea recta, por fuerza de las elecciones, pero que irá compensando las líneas de poder y diálogo a través de su presencia en redes y su gestión de la inversión, sobre todo la extranjera directa, de modo de acceder a divisas, y descentralizar competencias del estado vía redes de apoyos, así como impulsar procesos de digitalización acelerados junto a la academia.
UN BUEN FUTURO
Con estas tendencias ratificadas en América Latina, parece que se aleja el fantasma del Titanic que se preveía en tiempos de Trump en Estados Unidos, con un modelo de polarización que no ayudaba a lograr el diálogo. Al parecer, el triunfo de Biden y Lasso, y el voto alcanzado por Fujimori, apuntalan un eje de acción liberal que no será contrarrestado por un modelo extremo en México ni en Perú, con lo cual Chile y Ecuador tendrán apoyos internacionales en el Pacífico para seguir en Alianza y hacer del modelo democrático basado en diálogo, con descentralización, flujo de divisas, y sobre todo digitalización acelerada, el modelo de salida de la crisis económica, social y política que pudo ahondarse con la pandemia, pero que finalmente nos muestra, merced a la racionalidad final de los hogares y familias, como centros de la sociedad, de la economía y de la política, una racionalidad que debe enorgullecernos a todos como Latino-Americanos, de modo de honrar nuestro ADN@+.
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