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RELIGION, OPIOS Y PUEBLOS

Mi punto es el siguiente: si la religión es opio de los pueblos, ¿no sale más barato extenderla, frente a los costos de no tener religión, y tener más bien pueblos que acuden a nuevos opios, y que sufren las consecuencias de la sociedad narco del siglo 21?

REZAR O NO REZAR, HE AHÍ LA CUESTION


Si la religión es opio de los pueblos, ¿no sale más barato extenderla, frente a los costos de no tener religión, y tener más bien pueblos que acuden a nuevos opios, y que sufren las consecuencias de institucionalización de la cultura narco, que parece ser la que reemplaza a la cultura católica, cristiana, musulmana, judía, hindú, confuncionista, o cualquier tipo de cultura religiosa que genera más calma que un pito, más paz que una inyección, baja más la ansiedad que un pericoteo, tranquiliza mejor que el mejor tranquilizante químico, armoniza en comunidad mejor que un san pedrito, o crea una ilusión de bien y bondad mejor que cualquier droga sintética o alucinógena que pueda ofrecer el mercado y el estado, el barrio, la calle y la sociedad narco del siglo 21?


No solo son los beneficios, sino los costos. La paz es más barata producirla y distribuirla, vía iglesias, o templos, que inocularla vía industrias que juegan al gato y al ratón, y que no se resolverían con el mero hecho de liberar el tráfico, descriminalizarlo, o dejarlo al libre albedrío, pues los daños de la droga, como los del azúcar, el alcohol, o el cigarrillo están estudiados como dañinos no solo para el cuerpo y el alma de cada persona, sino para el cuerpo social y el espíritu de las naciones (pensemos en el viejo y el nuevo latino-americanismo post "patrones del mal")...


Si hay claridad de beneficios y costos, y si además hay un tema valórico, este artículo preguna si ¿vale la pena llegar a un diálogo en torno a esto, y dejar atrás no solo la lucha de clases, para adoptar una cooperación de todos para construir una religión o un conjunto de dogmas que permitan ejercer con paz la libertad de culto, incentivarla, y cuidar de las personas para que no existan abusos ni crímenes, pero sabiendo que una religión libre pero regulada, puede ser mejor que una industria narco libre y regulada?


Veamos el origen de la destrucción de la religión, que quizá haya sido necesario de hacerla, en función de una destrucción creativa, no de quema de iglesias, pero sí de purificación de abusos. El origen es el del viejo Marx que decía que "La Religión es el Opio de los Pueblos":


"La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, el alma (o el espíritu, der Geist) de una condición desalmada. Es el opio de los pueblos. La abolición de la religión como la felicidad ilusoria de los pueblos es la exigencia de su real felicidad."


La traducción es de Gomez (2009), que en su publicación: "La frase de Marx sobre el opio en su contexto", arranca con la siguiente introducción: "Hace unos pocos días, visitando Estados Unidos, entré a una librería y compré un libro que me atrajo por su portada y título llamativos: se trata de El ateo portátil, del inglés Christopher Hitchens, publicado por la editorial Da Capo Press. El libro es en realidad un compendio de obras y/o fragmentos de obras de una larga lista de autores que incluye a Benedicto de Spinoza, Karl Marx, Charles Darwin, Anatole France, Bertrand Russell, Omar Khayam, Carl Sagan, Sigmund Freud, Salman Rushdie, Emma Goldman y muchos otros, todos alrededor de un tema: la religión.

Me llamó mucho la atención el fragmento de Marx: está sacado de la Introducción a Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, obra escrita en 1843. Es ahí donde Marx escribió aquella famosa frase: “la religión es el opio de los pueblos”, que todos han escuchado, pero muy probablemente no han leído en su fuente. Personalmente, confieso que es una obra que no alcancé a leer en castellano en mi juventud."


Gomez continúa su introducción mencionando: "Luego de leerla, decidí traducirla del inglés –no encontré a mano ninguna versión en castellano– sin sacarla de su contexto. Creo que vale la pena". Aquí la frase en su contexto...


"El fundamento del criticismo irreligioso es: el hombre hace a la religión ; no la religión al hombre. La religión es, efectivamente, la auto-conciencia y la autoestima del hombre quien, ya sea no se ha ganado a sí mismo, o se ha perdido a sí mismo de nuevo. Pero el hombre (der Mensch) no es un ser abstracto, puesto fuera del mundo. El hombre es el mundo del hombre –el Estado, la sociedad. Este Estado y esta sociedad producen la religión, la cual es una conciencia invertida del mundo, porque están en un mundo invertido . La religión es la teoría general de este mundo; su compendio enciclopédico, su lógica en forma popular, su point-d'honneur espiritual, su entusiasmo, su sanción moral, su complemento solemne, y su base universal de consolación y justificación. Es la realización fantástica de la esencia humana, dado que la esencia humana no posee ninguna realidad verdadera. La lucha contra la religión es indirectamente, por lo tanto, la lucha contra ese mundo cuyo aroma espiritual es la religión. El sufrimiento religioso es, en uno y al mismo tiempo, la expresión de sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, el alma (o el espíritu, der Geist) de una condición desalmada. Es el opio de los pueblos. La abolición de la religión como la felicidad ilusoria de los pueblos es la exigencia de su real felicidad. La demanda de abandono de sus ilusiones acerca de su condición es la demanda de abandonar una condición que requiere de ilusiones. La crítica de la religión es entonces, en embrión, el criticismo de ese valle de lágrimas del cual la religión es su santa aureola.

Vamos a reconstruir la hipótesis, para más bien fortalecer la religión, indicando lo que decía Marx, pero en torno a las consecuencias de su frase famosa, la implantación de una cultura narco, de "nuevos opios", que han sido financiadores de procesos "de estado": veamos si la lucha de clases y el narco, el narco, ¿no son aquello que deberíamos abolir y volver a la religión como algo más costo-efectivo y más bonito (sí, esa es la palabra) que la fealdad del oro y las "tetas" postizas?


Este sería entonces el parafraeso de un mejor ADN@+, como reemplazo de la lucha de clases, el estado laico, y la dictadura del narco-proletariado:

"El fundamento del criticismo antinarco es: el hombre hace a la droga; no la droga al hombre. La droga es, efectivamente, la conciencia perdida y el bajón de autoestima del hombre quien, ya sea no se ha ganado a sí mismo, o se ha perdido a sí mismo de nuevo. Pero el hombre (léase el hombre y la mujer) no son un ser abstracto, puestos fuera del mundo. El hombre es el mundo del hombre –el Estado, la sociedad. Este Estado y esta sociedad producen hoy un orden narco, el cual es una conciencia invertida del mundo, porque en el siglo 21, tras el socialismo del siglo 21 y tras el capitalismo del siglo 20, están en un mundo invertido. Lo narco es lo que une a la izquierda y la derecha unidas que jamás serán vencidas, y los lazos de la política con el narco, desde los países consumidores hasta los productores, han creado una industria que explica la teoría general actual de este mundo; lo narco no está escrito, pero está presente, como un Dios, que tiene su biblia y reglas que se leen en las cárceles y los mensajes de texto que envían los presos desde sus celulares creando su compendio enciclopédico, su lógica en forma popular, su point-d'honneur no espiritual, su industria y su entusiasmo, su ausente sanción física que ya ni siquiera tiene moral, su complemento nada solemne, que corta cabezas y que tiene en los estados y los políticos, y el estado laico, su base universal de consolación y justificación. Es la realización nada fantástica de lo peor de la esencia humana, dado que la esencia humana ya no posee ninguna realidad verdadera. La lucha contra el narco es indirectamente, por lo tanto, la lucha contra ese mundo cuyo aroma ha perdido lo espiritual y ha abolido la religión. El sufrimiento narco es peor que el religioso pues es, en uno y al mismo tiempo, la expresión de sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real, este sí, pues no hay escapatoria si entras en la industria, como proveedor o consumidor. El Narco del estado laico, y no la religión, es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, el alma (o el espíritu, der Geist) de una condición desalmada hasta el túetano, esta si. El estado laico es el opio de los pueblos. La abolición de la religión nos ha dejado en un vacío cubierto por la droga como la fuente de esa necesidad de felicidad ilusoria de los pueblos en la exigencia de su real felicidad. La religión puede cubrir de forma más beneficiosa y menos costosa la demanda de abandono de las ilusiones del ser humano acerca de su condición, misma que es una demanda de abandonar una condición que requiere de ilusiones, porque nuestra naturaleza es así. La recuperación (y no la crítica) de la religión es entonces, en embrión, la salvación de la humanidad del criticismo marxista que nos ha llevado al estado narco como dictadura sobre el proletariado, creando en sus barrios ese -ahí sí- valle de lágrimas del cual la religión de la "animita" del narco, es su santa aureola, y frente a lo laico y lo ateo, solo crea implosión, muerte y destrucción.



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