José Antonio Kast siempre propuso orden: su origen Republicano y su ADN originario de la Unidad Demócrata Independiente, de Derechas, así como su participación histórica parlamentaria representando a su región, como zona hoy en estado de emergencia por una secuela de atentados, lo han posicionado como el líder de la primera vuelta en ya no solo una, sino dos encuestas: Pulso Ciudadano (total poblacional y votante probable) y CADEM (plaza pública):
El crecimiento de su candidatura no se detiene, en un país acostumbrado al orden, y en el cual el estallido social fue más un fenómeno de molestia por los precios que por las cantidades, no tanto por los ingresos, sino por los poderes para tarificar a ingreso marginal, más que a costo marginal, extrayendo el excedente de los hogares y concentrando el ingreso y el bienestar en segmentos que no desean perder ingresos, ahorros, ni bienestar, sino que desean poder acceder al mismo en orden, con regulación, con eficiencia en los mercados, y con una real propuesta de derecha conservadora del modelo original chileno.
El retorno al ADN@+ en Chile es evidente con la vuelta a la mirada a un Kast cuya propuesta valórica adquiere cada vez más fuerza en los espacios digitales, conquistando a cada vez más jóvenes con ánimo de impactar que de destrozar. Las mayorías silenciosas van abandonando, conforme se ve en las tendencias a un Boric que lee mal la situación real, y que no logra encontrar un punto de referencia para darle equilibrio y estabilidad a su programa, a no ser por un apego a la base propositiva del partido comunista, su aliado, que en cambio moviliza en contra de los ahorros individuales y busca garantías a ser entregadas por un estado (y su élite tradicional política) a los cuales la población, vistas las tendencias, no les cree.
El candidato oficial del partido de gobierno (el incumbente), la candidata oficial del anterior partido de gobierno (la antigua "Concertación"), el mismo Frente Amplio en su alianza con el antiguo partido Comunista, y los varios ya varias veces candidatos Presidenciales de izquierda y derecha por partidos no renovados, van cayendo o llegando a sus techos reales conforme la pandemia va terminando y se busca desde la economía y la sociedad, una propuesta de política funcional a la reactivación económica: el orden para el progreso.
A Chile no le gusta la inestabilidad. No le gusta en los hechos, ni en las palabras. No le gusta el relativismo, no le gusta el post-modernismo de un Boric y su equipo que dicho por ellos mismos, se enseña y retroalimenta en su núcleo al confesar un "Si lo decimos mal, lo refraseamos”. Si eso no es "mentir", ¿podría -amablemente- definirse como una nueva forma de definir la "innovación"? (¿política?, ¿social?, ¿económica?).
Quizá sea innovación, pero aquello no ordena, y no crea constantes, y Kast -de su lado- ha apostado siempre, por su ADN@+ a las constantes.
El stress de la permanente innovación que ha generado la pandemia y el estallido, la muerte y la violencia, el cambio obligatorio y forzado, están llevando a que la población declare su intención de volver a lo constante en un Chile siempre reconocido culturalmente como un país que detesta el desorden, una economía que ha crecido como hija del rigor, y una sociedad que se ha desarrollado en función de una apertura sin límites, que le obliga a competir para producir, ahorrar, cuidar, generar propiedad privada, y cuidar para los hijos el fruto del trabajo duro de cada estación de cada año y de cada generación.
Lo Republicano, en dicho sentido, se une a lo Patriota. Ambos se alían con lo Social naturalmente, y sin duda, apuntan hacia lo de fondo: lo Cristiano, que pese a todo lo que digan los medios, sigue siendo la matriz cultural del ADN@+ de los Chilenos.
Navegar con brújula siempre lleva a buen puerto.
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