¿Y si por un momento todos fuéramos de "Derecha"?
Ciertamente, el capital estaría feliz, y la Izquierda existiría, pero más como un juego de búsquedas y transformaciones, y no como una lucha por la sobrevivencia.
Muchos amigos me dirán que no solo hay pobrezas absolutas, sino relativas: no solo las que te aprietan la guatita cuando no has comido, sino aquellas que te aprietan la guatita cuando no has comido lo mismo que ha comido el otro.
Y es verdad, pero lo absoluto es lo absoluto, y lo relativo siempre es relativo.
Yo prefiero una Derecha absoluta y una Izquierda relativa.
Siempre ha sido así. Las luchas relativas, a la larga, terminan volviéndose absolutas, y lo que antes era Izquierda, termina siempre siendo Derecha, o termina siendo ya no una lucha, sino una "conquista": un derecho "adquirido".
Y si la tecnología, el progreso, la educación, la economía, y lo bueno terminan volviéndose "Estado del Arte", aunque originalmente hayan venido de un "Estado de Marte", pues está bien: que exista sana y fuerte siempre la Izquierda, en su camino a volverse de Derecha.
Por ello digo: ¿Y si en un mundo ideal fuéramos todos de Derechas? ¿Y si eso nos permitiese que cada cual pudiera tener, gracias a la tecnología, lo que quisiera, de acuerdo a su necesidad? ...¿No sería ése el mejor mundo comunista del capital?
Porque tal como va la tecnología, al socialismo le queda poco tiempo de vida, digo yo: no habrá en su momento trabajo; con ello, no habrá posibilidad de sostener una ideología en la cual a cada uno se le asigna según su trabajo. ¿Si trabaja nulo, recibe nulo?
Prefiero un capitalismo comunista, en el cual, aunque no se trabaje, se pueda tener un ingreso mínimo garantizado, una pensión mínima garantizada, según la necesidad de cada uno. Y si nuestra educación se centra en la austeridad, en la sostenibilidad, en los límites del planeta, que generan un consumo responsable y sustentable, y si cada uno deja el transporte privado y el consumo de combustibles fósiles para subirse en un tren eléctrico, o en un bus eléctrico, o para llevar su carga en camiones eléctricos: ¿No estaríamos en un mundo en el cual a nadie le apretaría la guatita por no haber comido en lo absoluto, ni a nadie le apretaría la guatita por no haber comido lo mismo que el otro?
Si todo fuera voluntario y libre, y si nuestra conciencia nos llevara a que la ley nos reconociera no solo ingresos, sino gastos iguales, y la posibilidad de desarrollar nuevas tecnologías, estudiar, aprender, servir, amar, y capacitar, entonces ¿todos seríamos convergentes en una nueva Derecha?
Si pelear porque las cosas se hagan en Derecho, por la Derecha, de forma derecha, y con todo el derecho es ser de Derechas, entonces seámoslo: no necesitamos lucha de clases, ni requerimos insultar a quien tiene, ni expropiar, ni revolucionar la sociedad, sino educar, manifestarnos, tener libertad, poder expresarnos, dialogar, capacitarnos, invertir, construir juntos, transformar y cooperar, y claro, también realizar transferencias voluntarias a rabiar, en función de valores y principios, o en términos de conciencia, en silencio, y sin aspavientos: usando la tecnología más que ministerios, o creando plataformas institucionales más que abriendo cargos y trabajos estatales.
Las transferencias monetarias directas basadas en finanzas personales tecnologizadas siempre podrán ser verdaderas fuentes de servicio público para dar a cada uno según su necesidad, y para entregar voluntariamente a cada otro según la responsabilidad que se desea conservar y heredar como una buena costumbre de padres a hijos, en solidaridad, amistad, cooperación, minga, buena voluntad, perdón, apoyo, y todo aquello que deseamos hacer no porque nos obliguen, ni porque lo diga un papel, una ley, o un derecho, sino porque lo aceptamos al ser lo más racional.
Posiblemente los diarios venderían menos escándalos y publicarían más arte y mucha más cultura. Quizá los noticieros nos mostrarían más obras y muchísimos más procesos de transformación. Sería probable que las radios nos entrevistaran si tuviéramos ideas que se quisieran compartir para crear proyectos. Las redes sociales, ciertamente, serían espacios de trueque, propiedad de uso en intercambio puro o monetario, donde la economía crecería libre.
Todo eso sería si lo que nos guiara fuese el amor al prójimo como a uno mismo y al bien supremo como norma absoluta: a la derecha de nuestros padres; a la derecha de nuestro gran arquitecto del universo, o a la derecha de nuestras nuevas generaciones, pensando en que la izquierda será el balance, la innovación, y el ying que complementará, en convergencia y diálogo, el yang.
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