Partamos por un principio:
Desde pequeño, mi Padre -con su 75% de sangre China- me enseñó que anular el voto equivalía a no creer en la Democracia.
Ciertamente, el sistema democrático falla todo el tiempo. Es un invento humano. Pero: ¿No fallamos nosotros mismos todo el tiempo?
¿Debemos dejar de creer en nosotros mismos?
¿Debemos anularnos?
¿Debemos dejar de votar?
Parecería que no.
No ir a votar, tampoco es una opción. Restarse de participar en una elección implica desentenderse de la responsabilidad de elegir un programa y un liderazgo, un equipo y una tendencia que brinde algo de acierto en lo público dentro del esperado mar de desaciertos que lo democrático y lo político llevan consigo, como inventos y realidades humanas.
Elegir autoridades es una opción voluntaria, y está bien que así sea, pues nos muestra cuán convocantes pueden ser los políticos y cuán práctica puede ser la democracia.
Si una autoridad es elegida con la mitad más uno de la mitad de las voluntades que se acercan a votar para representar al 80% de habitantes de una población, es lógico que se tenga una expectativa de que apenas un 20% de los habitantes totales de territorio le brinden soporte a una autoridad elegida democráticamente.
Nadie debe ser obligado a ir a votar.
Por ello, el ir a votar, para anular; o peor aún, para votar en blanco, es incomprensible.
Y que conste: yo personalmente he votado en blanco en mi país de origen, Ecuador, cuando tocaba elegir entre Alvaro Noboa, como representante de la derecha, y Rafael Correa, como representante de la izquierda.
En esa época, en Ecuador tuvimos una situación muy parecida a la actual de Chile: todo economista respetable en lo académico estaba con Correa, un PhD en economía. Lo mismo pasa en Chile: todo economista respetable en lo académico está con Boric, rodeado de 270 economistas con PhD en economía.
Al final, Correa se rodeó de muchos PhDs y rompió el equilibrio de lo público, lo privado, lo académico, lo comunitario, la sociedad civil, la cooperación internacional, los medios, las redes y las instituciones.
Era una revolución. Lo fue. Con ellos se perdió la libertad y la democracia, y la posibilidad de elegir, y sobre todo, la posibilidad de decir.
Comenzaron con 80% de aceptación a su propuesta constitucional.
Terminaron presos o sentenciados. Muchos que solo teníamos dos o tres maestrías, pero no doctorados, no pudimos seguir contribuyendo en la academia, porque debíamos ser profesores a tiempo completo. Nuestro rol estaba en el mercado y en lo internacional.
Nos despedimos de la academia.
Hoy miro hacia atrás y me arrepiento de haber votado como un "académico" (de medio tiempo), y no haber votado como un empresario a tiempo completo, como lo soy hoy, desde mi Chile de siempre.
Acá, por ello, no hay forma de que yo vaya a escuchar a mis amigos académicos, compañeros de aula, tanto como alumnos en Chile, así como profesores o investigadores, en economía en Santiago.
Tampoco me voy a pelear con nadie: yo solo escribo, actúo y medito, y claro, como católico, pero sobre todo, como creyente: rezo porque tengo fe en el bien y el futuro, pues creo, sobre todo, en la paz.
Escribo esto como Economista, como Ecuatoriano, como Residente en Chile, que vota, y como Latino-Americano: no hay forma de votar en blanco en esta elección. Cada uno deberá decidir si va a correr el riesgo que Ecuador corrió con Correa, pero acá con Boric, o se deberá decidir a correr el riesgo que Ecuador corrió con Lasso, pero acá con Kast.
No le ha ido mal a Lasso en Ecuador. A mi país le fue pésimo, en términos de libertad, con Correa. Yo voté en blanco y soy tan culpable como aquellos que votaron por Correa en un inicio. No me puedo lavar las manos. Ni nuestro diálogo pudo resolver la crisis, ni en lo personal pudimos hacer nada.
Hoy no quiero dejar en mi conciencia el más mínimo atisbo de riesgo de que vuelva a pasar lo mismo en mi país de residencia y donde votamos con toda mi familia: queremos un país libre y democrático: algo que conforme a nuestras últimas investigaciones, lo ofrece más la derecha que la izquierda.
Mi voto será por la derecha, y ojo: si gana la izquierda, estaremos analizando si se cumple la profecía que no quisiera jamás que se cumpla, si la mayoría se confunde y les entrega el poder a quienes se declaran comunistas: en 3 a 5 años, con una Convención Constitucional de por medio, y un presidente de Izquierda, no habrá marcha atrás y tendremos que ver una década de gasto desbordado, deuda incrementada, dólar acelerado, peso debilitado, tasas altas de interés, menores accesos a la vivienda, menor acceso al crédito, y no solo menor inversión, sino menor crecimiento, más pobreza, y lo más triste: mayor desigualdad.
Quizá a quienes estén cerca del poder, ligados al cobre, desde el estado, desde la academia, los partidos o los medios, les convenga aquello: se enriquecerán y destruirán nuestras queridas instituciones públicas en una especie de co-integración de la maldición de la abundancia. Que quienes voten por Boric y voten en blanco se hagan cargo a futuro de esto.
Quizá a quienes estemos lejos del poder, desde los mercados, la competencia, y los trabajos, no nos convenga aquello: nos empobrecerán y destruirán además nuestras queridas instituciones privadas. Que quienes votemos por Kast y vayamos a cuidar mesas nos hagamos cargo de que no sea el de Boric nuestro futuro.
Hoy, como un votante mediano en todo, cual lo soy acá en Chile, y como un economista que mira los precios de cada artículo que compra cada semana para su familia, yo votaré por la Derecha.
Es contra-intuitivo que conforme crece el precio del cobre, crezca el precio del dólar. Sin embargo, hay que recordar que en países ricos en recursos naturales como los nuestros, el aumento del precio de las materias primas puede atraer políticos oportunistas, y aquello puede poner nerviosos a los agentes económicos, los inversionistas y los mercados, que pueden optar por sacar su dinero del país, y ese dinero no sale en pesos, sino en dólares.
Kast es inocuo en lo económico: puede seguir creciendo, como una "vacuna" frente a lo anterior, y aunque suba Kast, el tipo de cambio subirá cero. En un intervalo de confianza, 95% de las veces el tipo de cambio o solo caerá 5% ó solo subirá 4%. Si Kast llega a tener una probabilidad de 100% de ser Presidente, el tipo de cambio no sufrirá, y posiblemente, los mercados se tranquilizarán.
Controlando por el factor precio del cobre y "troncha" (como se diría en Ecuador), y por el factor (nulo), más bien tranquilizador de Kast, Boric -en cambio- no es inocuo.
Por lo bajo, el tipo de cambio subirá conforme El suba en 7%. Si su candidatura llega a ser totalmente exitosa y alcanza la probabilidad 100% de ser poder, el dólar podría llegar a subir 36%.
En lo personal, entiendo las cosas como las entiende el mercado. Como a todo ciudadano normal y corriente: no me gusta la inestabilidad, no me gusta la estanflación. No me gusta la pobreza, no me gusta la desigualdad, y mucho más aún: me disgusta la corrupción, pero sobre todo, me da mucha pena tener que perder lo más valioso que tenemos los seres humanos: el tiempo...
Si muchos economistas no hicimos el PhD, quizá lo único bueno que tenga un escenario en que gane Boric es que algunos podremos volver a la academia, como estudiantes de doctorado... Pero no siendo eso lo bueno para la sociedad, sino solo algo bueno para la élite, elijo vivir con los pies en la tierra y dejar los "papers" para quienes no sufrirán si gana o pierde Boric.
Para los demás mortales: ¡A cuidar el tiempo, a votar, y a cuidar mesas se ha dicho!
Roberto Salazar, Economista Ecuatoriano
Santiago Región Metropolitana, Chile
Sud-América
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Cuadro: Índice: Dólar, Cobre, Boric y Kast respecto a su Máximo Observado en el Periodo
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