La espera realista para una vacuna del Covid-19 es hasta Marzo de 2021. Mientras ello ocurre, nos toca seguir quietos y en casa, mirando cómo el contagio de rebaño va y vuelve, según se martilla y se danza con los cierres y aperturas de cuarentena.
En el camino veremos mucha muerte y destrucción, cada vez más cerca. Hay que estar preparados mental y físicamente. La alimentación y el ingreso básico son, junto a la prevención para evitar el colapso de la provisión de atenciones de salud de emergencia, las tres únicas prioridades universales que realmente importan. El empleo, el ahorro, las pensiones, el comercio, el entretenimiento y la educación tradicionales y análogos se están destruyendo de a poco y están siendo reemplazados por sus pares centrados en la tecnología y los hogares, con equipos que colaboran vía comunicación remota. El problema social generado por la brecha digital causará agitación y cambios estructurales como los que ya se observan en Chile, donde la tradicional independencia del Banco Central está en el tapete, junto a los otro tradicionalmente intocables ahorros de pensiones. El estado, su presupuesto, comando, control, legislación y fuerza pública, se agotará como mecanismo de gobernanza, transferencia y organización debido a la incertidumbre, la corrupción y la polarización y a la concomitante inhabilidad para controlar el caos. Frente a ello, las empresas seguirán floreciendo en los sectores claves donde hay demanda, quebrando y renaciendo los sectores, sobreviviendo las familias que puedan adaptarse y cooperar, y creándose consolidaciones y permutas, fisiones y fusiones que cambiarán la estructura de la propiedad y los apellidos con riqueza, popularidad y poder.
Las ciudades verán crecer su poder frente a los estados nacionales y los bloques regionales verán mermar su rol coordinador al erosionarse la representatividad de los líderes de los países que serán quienes se desgasten y se vuelvan bolsos de entrenamiento para recibir los ataques diarios de los diversos aspirantes al poder y de las desorientadas masas que estallan cada día más en las redes y en las calles, desobedeciendo por el hambre y la falta de recursos. Faltan al menos nueve meses de este escenario. Quienes tengan recursos en lo privado o público para aguantar tres estaciones más serán los que prevalezcan. Quienes se mantengan alegres, unidos, espiritualmente sólidos, serviciales, resilientes, incluso arriesgados pero con cabeza fría, informada, y sobre todo, honestos y por tanto libres, serán quienes sobrevivirán ganando.
El amor al prójimo con una llamada y el servicio a los demás con una conversación de grupo no son triviales en estos tiempos. La planificación en comunidad y en territorio, de abajo hacia arriba tampoco lo son y son posibles solo si hay lo anterior. Los procesos están muertos: los reemplazan los nuevos proyectos coopetitivos y libres que dan vida a la inversión de impacto!
Luego de esta pandemia, donde quedó demostrado el triste papel de la regulación de la comunidad por parte del mercado, el desarrollo, se basará en lo comunitario, la libertad de ser y crecer, no la podemos seguir apostando a albures políticos, los políticos deben apoyar el desarrollo social y comunitario.