Me siento aquí unos minutos a escribir sobre lo real. He colocado de fondo la Sonata Claro de Luna. Nada mejor que ello, creo yo, para entender las palabras que salgan de mi espíritu verdadero y se transmitan por aquí hacia mi gente querida.
Lo clásico, no solo en la música, sino en el sentimiento, sin sufrimiento, sino con gozo, suele ser lo real para mí; sin embargo, hay dolores reales, que son necesarios de sufrir en realidad para llegar a valorar de verdad el gozo.
En Inglés dicen bien: "no pain, no gain".
Entonces, no solo se trata de gozar, sino de sufrir un poquito, sabiendo, como decimos en castellano, ahora sí, que "no hay mal que por bien no venga".
Esa dualidad no solo está en Occidente: en Europa o América; está también en el Oriente, con las dos fuerzas en constante movimiento e interacción. Me encanta esa visión de crisis como oportunidad mediada por el riesgo, tomado también por los cuernos con responsabilidad y nada de derechos reales, como elemento de base para convertir el mal en bien, el dolor en gozo.
Y de esa forma, en música clásica, podemos saltar de una Sonata Claro de Luna a un ¡Aleluya! que nos levante el alma y nos vuelva seres de luz, capaces de cantar y orar dos veces: con movimientos lentos y movimientos alegres, como en toda obra larga, como es la vida de verdad.
Pienso, entonces, en los momentos de la vida de un Guayasamín, sus edades: de la ira, de la ternura, y las demás. Pienso también en algo tan real como sus pinturas, al mirar una muerte cercana y real como la de Isabel II, y sus palabras de alguien que usó uniforme real en la Segunda Guerra Mundial, y que dejó un legado para todos de verdad: si queremos hacer negocios en cualquier parte del mundo, bastará con que hablemos en su idioma, para que toda persona verdaderamente real en términos de hacer algo bueno, nos contestará y podrá conversar con nosotros.
Claro, hay otros idiomas universales, y hay mucha riqueza en ellos, como la música: donde saber leer y escribir música y sobre todo, poder interpretarla, es otro idioma universal, real. Allí ni siquiera se necesitan las palabras. Las claves nos juntan de verdad entre todos porque nos juntan desde adentro a cada uno. Con la música podemos ir a todas partes, literal, verdadera y realmente.
Veo mucho sufrimiento y discordia en el mundo, porque no logramos encajar derechos en realidades, y nos la pasamos escribiendo constituciones que deberían hacernos felices. ¡Y será hermoso! nos dicen, pero no es algo real. Veo mucha gente sufrir en Chile porque su opción preferencial por el apruebo no tuvo cabida real en la gente que tenía una opción preferencial por el rechazo de lo que no nos unía las tripas ni el corazón.
Y sin embargo, todos podremos aprobar algo que no nos guste sabiendo que podrá ser algo que nos llene de gozo después. Algo como lo que le pasa ahora a Carlos III, a sus 70 y tantos años: pasa a ser el monarca, jefe de estado y un real personaje inglés, que ha vivido de todo, con dolor y con marcas profundas en su alma, en su espíritu, pero que está listo para ser recibido de verdad con amor por un pueblo suyo que se ha volcado a las calles de su reino verdaderamente unido por su madre, por su estirpe, y ahora por El y su Camila.
Ya vendrán tiempos para juzgar, pero dejemos que esto sea como un "Para Elisa" musicalmente hablando: repetitivo, de ida y vuelta, con subidas y bajadas, con toques de notas altas y a dos manos: la de la realidad y la crisis, la de la lucha y la oportunidad, la del dolor y la del gozo.
Ya vendrán los impactos, y las cualidades mejores a mostrarse tras el trabajo. Solo hagamos lo último, hasta el final, con amor. Al menos una persona nos despedirá con eso que dimos, y ése será el cielo. Si son más, genial, y si alguien dice algo bueno de nosotros ese día, ese será nuestro día de purga, por todo lo malo que podamos haber hecho, o incluso por todo lo bueno que quizá podíamos haber conseguido y no logramos asir en uno u otro momento de la vida.
Un hombre santo decía que no es santo quien no peca, sino quien sigue intentando ser santo a pesar de sus yerros. Eso es lo real, y bien podremos ganar el partido aunque sea en los descuentos, sin mirar con dolor al pasado, sino con amor los aprendizajes.
Así será el futuro de Chile, con un apruebo de algo que quizá no haya que volver a intentar como una revolución, sino como una evolución. Así será el futuro de Ecuador, con una consulta que quizá nos ayude no a hacer una contra-revolución, sino un diálogo de verdad.
Y ahí está el detalle: dialogar y hacerse de a buenas con la historia, sin hurgar en los dolores para manipular, sino hurgando en las soluciones para sanar. Socialmente, eso es lo dable, personalmente, ni se diga. La paz de espíritu al encontrarse con lo real no tiene precio.
Esperemos que la tradición, la familia, y la propiedad, el amor eterno, el bien supremo, y el amor al prójimo sigan siendo vistos como algo divino y humano, que nos lleven hacia adelante, para derrotar los males, todo lo que asesina una sonrisa.
ROBERTO SALAZAR
DIÁLOGO HEXAGONAL
LATAM-UK-GLOBAL
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