Bansky dejó inmortalizada la "verdad democrática" de modo que descansemos y juguemos:
El Mundo y América juegan a la política; sin embargo, el placer se encarna en América Latina.
La pregunta de fondo es: ¿A quién le creemos?
1.
A. ¿A soldados que ofrecen respetar los derechos humanos? y/ó
B. ¿A revolucionarios que dicen respetarán la democracia?
2.
A: ¿A empresarios que ofrecen responsabilidad para crear sostenibilidad? y/ó
B. ¿A funcionarios que ofrecen estatalmente crear bienestar y salvar el planeta?
3.
A. ¿A seres de fe que buscan gracia y virtud para huir del mundo? y/ó
B. ¿A no creyentes cuya virtud no da gracias al mundo salvo para huir de la fe?
4.
A. ¿A comunidades empresariales que se juntan pese a su individualidad? y/ó
B. ¿A individuos comunitaristas que trabajan para hacer del estado su empresa?
5.
A. ¿A liberales que buscan defender su status de esmero vía propiedad privada? y/ó
B. ¿A liberales que buscan defender el estado en desmedro de su status privado?
Supongamos que cada punto vale 20% y es un Pareto para crear el 80% restante de convicción. Sería dable que tengamos un 100% para A, así como un 100% para B.
Bansky habría acertado si se produce un empate al 100% entre ambos.
Mientras tanto: si algo no nos da igual, y/ó si a algo le creemos a diferencia de lo otro, saquemos cuentas, pensemos bien, y formemos convicción realista como gente Latina, de América, pensando en nuestro mundo personal, hogareño, familiar, en nuestra comunidad de amigos, en lo civil como sociedad, en lo privado y lo público, en lo nacional y lo internacional.
De seguro que al pensar desde las distintas perspectivas podremos volver a calificar las opciones A y B, y definirnos para lo que viene en este mes final del 2021, y programarnos para lo que viene en el primer año de nuestro nuevo plan de salida de pandemia, de nuestra estrategia de acción para encontrarnos con fuerza frente al nuevo normal, y de nuestro programa de deseos a cumplir para la próxima década o el próximo lustro: ese que se nos viene encima con oportunidades y amenazas, debilidades y fortalezas, cual juego democrático donde se puede ganar y/o perder, pero donde siempre podremos hacer algo con altura y grandeza: ser realmente personas llenas de hidalguía para decir con fuerza y delicadeza nuestra propia verdad.
Solo recordemos que algún día moriremos y algo deberemos heredar a las próximas generaciones.
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