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ELLA NOS LIBERARA CON SU AMOR

No importa cuánto avancen las fuerzas que nos atan y el mal que nos circunde. El amor es siempre más fuerte.


La Maternidad es la figura eterna que todo lo libera. El amor maternal es instintivo y permanente. La fuerza de la vida siempre se impone. La tierra es madre; el agua le pertenece. Los bosques son de ella; son suyos los mares.


Lo que habita y no habita en ella, fuera de ella, en sus entrañas, la energía y la materia son suyos. El Universo tal como lo entendemos solo es materia que existe sin nosotros, pero nosotros podemos poseerlo si lo amamos como lo entendemos desde que fuimos dados a luz.


La luz, la oscuridad, la calma y el ruido, la música y la pasión, las esperas y las esferas, la libertad misma, y nuestra capacidad de tomar el libre albedrío en nuestras manos, para ser devotos con nuestro destino, el que elijamos o el que esté previamente destilado, según las normas que no controlamos, según las transformaciones de la naturaleza que no podemos transformar, en función de parámetros que no podemos conocer, o en resultado de luchas de fuerzas que están por sobre nosotros, nuestras organizaciones, nuestra historia, nuestras instituciones, nuestras fuerzas y nuestro entendimiento, incluso por sobre nuestra maldad o nuestra bondad.


Nada que hagamos las pequeñas hormiguitas de la tierra, seamos humanos o gusanos, será diferente a aquello que deba ser. Hemos creado el antropoceno, en el cual hemos cambiado un planeta que no nos necesita para seguir viviendo. Quizá tengamos tecnología para aprovechar el Sol y su energía, siendo que el Sol tampoco nos requiere. Quizá podamos conquistar la Luna y Marte, nuestro Sistema Solar e ir más allá. Posiblemente podamos reproducirnos sin seguir la forma natural de un mamífero, y quizá podamos matar a nuestros hijos en nuestro vientre, como humanidad, pensando que las igualdades requieren mortandades.


Podremos hacer todo eso, pero no podremos evitar que alguien sienta amor, y que el arte pueda volver a nacer y colocarse en un lugar del planeta, en función de la imagen que todos podemos identificar como un espacio donde el amor se entregó gratuitamente, y se dio, en vida, completa, en favor de reproducir el amor, para hacerlo más fuerte y vencer a la muerte.


Podemos elegir no creer, pero seremos como un niño que tapa el Sol con un dedo. Podemos elegir creer, y seguiremos siendo ese niño que quema sus vista al mirar el Sol con un solo ojo. Podemos elegir creer y ser devotos al amor, y quizá podamos ser luz, si el Sol, y su gracia, deciden iluminar nuestra noche desde la Luna y su gran Señora.


Ella nos liberará. No hay nada que podamos hacer para evitarlo.



Salve, salve, gran Señora. Salve Poderosa Madre. Salve Emperatriz del Cielo: Hija del Eterno Padre...

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