Pidamos un Café para Platón:
Si Platón viviera en estos tiempos, instalaría un segundo piso, donde se pueda tomar café y se pueda trabajar democráticamente, en conjunto entre la oligarquía y la sociedad.
La banca de segundo piso suele ser útil en las finanzas públicas, para financiar a modo de un "clearing house" el financiamiento directo a grupos. Curiosamente, en política, aquello parece ser algo también dable.
Es comprensible que a la hora de ejercer gobierno se busque mantener las estructuras económicas tradicionales funcionando; sin embargo, todo tiene un límite.
La democracia se mueve entre dos fuerzas contrapuestas: la tiranía y la oligarquía, según Platón.
Lo que separa una de otra es el nivel de caos que acepte el votante. La oligarquía siempre estará presente. En algunos países se le entrega el senado, como un poder permanente.
La tiranía también está siempre presente. La elección de un mandatario es una forma de tiranía, en la cual siempre se buscarán los límites de permisividad. En algunos países, los congresos representan esa tiranía, al distribuirla por territorios, o al llegar a acuerdos de grupos, representados políticamente por sus respectivos partidos.
Cuando hay partidos que están establecidos y validados por votaciones recientes, los congresos llevan la voz cantante en las democracias, por sobre los poderes ejecutivos y presidencialistas.
Lo ocurrido recientemente en Chile, donde han mandado en pandemia el Congreso y el Senado, así como lo ocurrido en EEUU, con el "impeachment" como freno a la tiranía del twitter en Trump, son señales claras de cómo el parlamentarismo va cobrando espacios.
No sería una locura pensar que aquello sea lo que se vaya a producir en Perú, como ya se está produciendo en Ecuador, que se alista para la entrada en funciones del nuevo congreso (Asamblea) en los próximos días, con una formación en la cual el gobierno nacional está poniéndose al margen y donde las mayorías comienzan a formarse entre partidos y ciudades, provincias y grupos de poder.
Algo parecido ocurrirá en Chile a partir de la próxima semana, tras las elecciones de autoridades locales y de constituyentes.
Esto lo saben los presidentes y candidatos: gobernar implica -para ellos- ofrecer y luego desconocer de a poco la voluntad de los votantes; saben que lo único que les espera cuando estén en el gobierno, será la pérdida del favor popular y el agotamiento del capital político.
Ya luego vendrá un nuevo período democrático, y la sucesión de logros será la que determine el desarrollo o sub-desarrollo de un territorio, país o fuerza política.
El encuentro entre empresarios, autoridades y comunidades es un tema de fondo. No puede ser tomado a la ligera. No es aceptable en los tiempos modernos que los gobiernos no incorporen a la política como parte de una línea de base no solo triple: social, económica y ambiental, sino hexagonal: política, territorial, cultural, ambiental, social y económica.
El segundo piso económico, cuando no desconoce lo social, se libera de los conflictos tradicionales establecidos por Platón en los tiempos clásicos. Claro, en los tiempos modernos, cuando un segundo piso desconoce lo ambiental entra en zona de conficto permanente y muchas veces económicamente letal; sin embargo, en estos tiempos, puede haber algo más grave que la muerte política temporal: si se desconoce lo cultural, se entra en coma y el cuidado intensivo denominado tiranía.
La política nacional moderna, se enfoca en las comunidades y lo territorial, donde no puede desconocer lo cultural y su relación directa con el ambiente en cada territorio. Las relaciones sociales en torno a ello, pasan a ser la fuente de la sostenibilidad y por supuesto, la economía pasa a hacerse viable, pues se desprende de acuerdos, y funciona como un resultado, y no como un designio.
La libertad es fundamental, pero debe ser sostenible; para ello, la tarea principal de los poderes del estado: ejecutivo, legislativo y judicial, son los de crear un equilibrio en favor de una libertad justa y democrática, verdadera y sostenible.
El reto post-pandemia es el de generar un resultado liberal que se arraigue en la cultura, que bien puede ser la fuente para derrotar el caos, al administrar de frente a la realidad, y al llegar al mejor escenario descrito por Platón en La República: la construcción de una oligarquía democrática, que aleje el caos y la tiranía subsecuente: "la oligarquía, la democracia y la tiranía, en ese orden, son las peores formas de gobierno."
Por ello, tiene algún grado de defensa desde la política real lo que se está haciendo en todos los países en pandemia: se instala en el segundo piso a un grupo aristocrático, y con ello, se está buscando instalar no solo a la oligarquía en el poder (ya lo tiene en la política real), sino a la libertad más general, de modo de evitar el caos y la tiranía.
Si, de elección en elección, dicha oligarquía sigue avanzando desde lo económico hacia lo social, y desde este hacia lo ambiental, y desde aquello hacia lo territorial, y finalmente hacia lo cultural, el escenario político ya no será el de caos, sino el de la desinstalación final de la oligarquía como tiranía, sino como democracia:
https://repositorio.uahurtado.cl/bitstream/handle/11242/23854/FILLastreto.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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