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Foto del escritorRoberto Salazar (*)

DIALOGA!: PREVEN, MITIGA Y PALIA!!

Toda riesgo de salud se gestiona socialmente, como una suma de consensos.


Entrados en la segunda ola natural del virus, hay que seguir dialogando para demorar la fatal fase de la necesidad de paliar y seguir más bien navegando de ida y vuelta sobre la ola mitigatoria.


Prevenir individualmente sigue siendo necesario, pero socialmente ya no es ni de lejos suficiente, dada la naturaleza epidemiológica que sigue el avance y mutación del virus, que requiere hoy más que nunca un Manejo Social del Riesgo (MSR):



El Manejo Social del Riesgo (MSR) incluye pero no se limita a la protección social, y del mismo modo, tiene interacción con la distribución, sobre todo cuando la misma se hace de forma universal y voluntaria, como ya comienza a discutirse en los diferentes países del mundo.


La redistribución voluntaria es siempre un mecanismo preventivo, pero cuando una crisis ya entra en fase de protección social "a la fuerza", hay que apelar a las formas liberales subsistentes para mitigar la redistribución forzosa (que solo puede hacerse desde el estado), y optar por la libertad a toda costa.

ribución

El mecanismo para lograrlo, sin duda, es el diálogo: entre múltiples actores, consensuando y actuando sobre la marcha, como forma de gestión y no solo de conversación, haciendo la efectiva la cooperación, y sobre todo, haciendo más rápida y pacífica la contribución del escaso tiempo, desarrollando gestión e impactando desde un eficiente manejo social del riesgo.



1. La Prevención como Consenso


Holzmann R, y Jorgensen S. escribían a fines del siglo pasado "Social Protection as Social Risk Management", su artículo seminal nos brindó, literalmente a todo el mundo, un marco conceptual para gestionar con una estrategia sólida la protección social (Washington, D.C.: Banco Mundial; 1999).


Algo que nadie puede negarle al Banco Mundial es su capacidad técnica. Por ejemplo, el documento de Holzmann y Jorgensen fue en su momento, nada más ni nada menos, que el "Documento de Análisis" número 9.904 sobre protección social del Banco.


Coincidiremos en que cuando uno se acerque a los 10 mil artículos leídos, y no se diga si se acerca a los 10 mil artículos escritos, algo de autoridad tendrá para hablar sobre una materia.


El leernos y escribirnos a diario nos sirve como una disciplina preventiva. Nos permite estar conectados, informados e informar: nos permite dialogar virtualmente.


Dialogamos cuando compartimos conocimiento hacia nuestros familiares y amigos, y cuando trabajamos en red para protegernos, previniendo las crisis, estando preparados para mitigarlas cuando nos lleguen, y siempre, teniendo a la mano paliativos, para cuando ellas superen todo límite y se vuelvan verdaderos desastres.


El problema comienza cuando lo que puedan hacer las familias, hogares y personas, individualmente, no es suficiente.


En el documento de Holzmann y Jorgensen, tal como lo resume la Universidad de Antioquía (UDEA, Colombia, 2003), "se propone una nueva definición y un nuevo marco conceptual para la protección social que está cimentado en el manejo social del riesgo".


El resumen continúa indicando que el concepto de los autores "replantea las áreas tradicionales de la protección social (intervención en el mercado laboral, previsión social y redes de la protección social) en un marco que incluye tres estrategias para abordar el riesgo: prevención, mitigación y superación de eventos negativos (shocks)".


La UDEA puntualiza sobre los tres niveles de formalidad de manejo del riesgo: "informal, de mercado y público"; les da fondo, y tal como siempre se requiere, los convirte en fundamentos de los modelos sociales del futuro (poligonales).


El trabajo de Jorgensen y Holzmann invita a trabajar ("al menos hexagonalmente") en diálogo con varios actores: "personas, hogares, comunidades, ONG, diversos niveles de gobierno y organizaciones internacionales", frente a un contexto de información asimétrica y distintos tipos de riesgo.


En esta visión ampliada de la protección social, el diálogo siempre es fundamental. Su uso, por ejemplo en el Diálogo Hexagonal, al igual que en el marco de Holzmann y Jorgensen, como bien lo resume la UDEA, permite enfatizar "en el doble papel que desempeñan los instrumentos de manejo del riesgo: se protege la subsistencia básica y al mismo tiempo se promueve la disposición a asumir riesgos".


Aquí se debe aclarar que el marco fue escrito en 1999, cuando el riesgo de pandemia era el riesgo de no cumplir con las metas del milenio hacia el 2015. Hoy, la pobreza vuelve a mostrarse como un fantasma que nos acecha tras la cuarentena, y es por ello, que debemos retornar a lo básico y a los papeles seminales que nos permitan medir los riesgos, en sociedad y en grupos pequeños colaborativos, de modo de crear comunidad y salir lo más rápidamente posible de la crisis.


En ello, el trabajo de Holzmann y Jorgensen es lectura obligatoria. Tal como cierra su resumen la UDEA, "Se centra específicamente en los pobres, ya que son los más vulnerables a los riesgos y habitualmente carecen de instrumentos adecuados para manejarlos, lo que les impide involucrarse en actividades más riesgosas, pero a la vez de mayor rentabilidad, que les permitirían salir gradualmente de la pobreza crónica".


2. El Diálogo Hexagonal como Medida de Mitigación


Evitar la pobreza crónica requiere Dialogar entre todos. Aquello suena a imposible, pero no lo es. Solo se requiere destrezas y experiencia, herramientas, metodología, comunicación, tecnología, credibilidad y recursos, redes, expertos, cariño y devoción por la construcción de acuerdos.


Afortunadamente, la investigación constante y el desarrollo de aplicaciones ha sido la constante mediante la cual la humanidad ha logrado sobreponerse a las crisis y volverse resiliente, evitando el desastre y derrotando las crisis.


Admitimos que nos cuesta, sobre todo en América, prevenir las crisis. No tenemos la disciplina que se posee en Europa, o mucho menos, la que se tiene culturalmente en Asia. Sin embargo, y afortunadamente, poseemos creatividad, chispa, capacidad, y sobre todo alegría.


Desde dicha matriz cultural, siempre hemos logrado juntarnos, dialogar hexagonalmente, entre lo público y privado, lo no gubernamental y comunitario, lo mediático y lo global, para compartir las ideas cuando ya nada que se nos ocurra personalmente funcione.


Allí, en la magia de la búsqueda del liderazgo, la declaración abierta, directa y sincera de intereses, en la priorización transversal de prioridades, el análisis de factibilidades logrado al ponerse en los zapatos del otro, de la gente de uno, y de los ajenos, es que las nuevas posibilidades emergen, los actores claves se clarifican, los tiempos se marcan, las capacidades se conversan, y la acción aflora.


Las innovaciones no deben ser geniales, basta con que sean funcionales. Las herramientas están allí, siempre disponibles: el diálogo, la convocatoria, la red propia, el tiempo, y sobre todo, la confianza para derrotar la polarización, como forma de evitar caer en la paliación.


3. Derrotando la Polarización y Alejando la Paliación


Ya pasaron, por el COVID, los tiempos de la lucha de clases. ya es inútil, absurdo, innecesario, vacío, fatal, irresponsable e inaudito el insistir en instigar estallidos sociales, hablar de hambre y posicionar la causa de la desigualdaden beneficio de una parte y en perjuicio y mal de todos, en las actuales circunstancias.


La necesidad de diálogo hace ya tardío -del todo- el insistir en las acusaciones, mirar la paja en el ojo ajeno, tirarse la pelota de unos a otros, acusar a los ricos, señalar a los pobres, acusar a izquierda y derecha, insultar a los políticos, denigrar al pueblo, pescar a río revuelto, circular rumores falsos, destruir la honra ajena, envidiar al que sabe, alejar al más productivo, quebrar al más servicial, quitarle medios al más fuerte, y crucificar al que habla del bien común como camino, verdad y vida.


La polarización solo acelera la entrada en la fase de la paliación. Sin duda que hay irresponsables que buscan promover ese camino; sin embargo, cavan -literalmente- su propia tumba política.


Toda riesgo de salud se gestiona socialmente, pero lo social solo es la suma de los consensos. Llegada la segunda ola natural del virus, hay que seguir demorando la fatal fase de paliativos y seguir surfeando sobre la ola mitigatoria; claro, prevenir individualmente sigue siendo necesario, pero socialmente, por la naturaleza epidemiológica que sigue el avance y mutación del virus, ya no es ni de lejos suficiente.


El Diálogo es la nueva medida de la protección y la política social.


Cuando la crisis se vuelve epidemiológica, el avance SIEMPRE supera la fase de prevención; si ello no ocurre, no es crisis. Lo que se debe evitar es que la crisis se vuelva un desastre.


El Diálogo Hexagonal es la herramienta clave para consensuar entre lo estatal y lo privado, la sociedad civil y las comunidades, entre los cuatro, más la academia y medios, y claro, en el centro los hogares, y en la periferia, los organismos internacionales.


Mitigar para no paliar


El diálogo, y en particular el Diálogo Hexagonal sirven muchísimo para prevenir y sobre todo se vuelven virales a la hora de mitigar. Se los convoca generalmente cuando la crisis se va de las manos y se busca desesperadamente entrar con nombre y apellido de un líder social, político, o económico, en un desastre en salud, electoral, o empresarial.


Cuando no se trabajó con el diálogo en forma preventiva, siempre se puede hacer una hoja de ruta para salir en forma colaborativa. Ya habrá, tras controlar la crisis, tiempo para respirar, sobre todo si se logra evitar paliar y si se aleja el fantasma de tener que palear los errores de gestión con tierra de por medio.


Dialoga y mitiga. Si la crisis sigue creciendo, prevenir desde el hogar sigue siendo necesario, pero admítelo: socialmente, ya no es suficiente.



 

(*) Roberto Salazar es el autor de la Teoría del Diálogo Hexagonal, premiada en Europa a mediados de la década pasada como un elemento fundamental para la sustentabilidad de los negocios socialmente responsables. Actualmente la teoría se aplica como un mecanismo de aceleración de inversiones de impacto en los cinco continentes del orbe, de la mano de grupos inversores públicos, privados y comunitarios, que asignan valor en oro al tiempo que a diferencia del dinero, una vez que se pierde, jamás se recupera.

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