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DIA DE NEGOCIACION

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    ADN@+
  • hace 8 horas
  • 3 Min. de lectura


Por Roberto F. Salazar-Córdova

Escrito en lo que antes se conocía como Sábado de Gloria



SÁBADO SANTO, SÁBADO DE GLORIA, SÁBADO DE NEGOCIACIÓN Y SILENCIO DE MARÍA


Antiguamente, este día se conocía como Sábado de Gloria. La costumbre lo celebraba como la antesala triunfal de la Resurrección, cargada de procesiones, cantos y festividades anticipadas. Pero desde la reforma litúrgica de la Semana Santa realizada por el Papa Pío XII en 1955, y encomendada a Monseñor Annibal Bugnini, se denominó Sábado Santo, devolviéndole su carácter de espera y recogimiento.


Y no es una espera cualquiera. El Credo antiguo, más detallado, decía con claridad: “descendió a los infiernos”. Jesús baja a lo más profundo, a lo más oscuro, a lo más injusto. A lo que está desordenado. Mientras que el Credo actual, más breve, aún conserva esa esencia: “descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos”. Todo ello ocurre hoy. Este es el día en que Cristo no está en la cruz, ni está aún en la gloria visible. Está en el corazón del mundo. Negociando.


SÁBADO DE GLORIA: LA NEGOCIACIÓN EN EL ABISMO


¿Por qué se decía entonces "de Gloria"? Porque la tradición enseñaba que en este día, Cristo había bajado a negociar con el Demonio. Así, rescataba a los justos del Antiguo Testamento, desde Adán hasta los profetas, a todos aquellos que habían esperado la redención. Y no lo hizo con violencia ni imposición. Lo hizo con autoridad espiritual, con la fuerza de la cruz ya consumada. No para hacer espectáculo, sino para cumplir la promesa. El gran rescate. La gran transacción. La gran victoria silenciosa.


En este sentido, lo glorioso del día era esa negociación definitiva, sin micrófonos ni aplausos, donde la misericordia vence a la muerte en los bastidores de la historia.


SÁBADO DE NEGOCIACIÓN: ECUADOR, ENTRE EL SILENCIO Y LA RESURRECCIÓN


El pasado domingo, Ecuador fue a elecciones. Pero el sábado previo, el país entero vivió su propio Sábado Santo: silencio electoral, ley seca, reflexión cívica y espiritual. Estábamos, todos, en espera. Como buenos cristianos, guardamos ese día como un pueblo que respira hondo antes de dar el paso. Y al día siguiente, resucitamos.


Sí. Resucitamos cada uno, en familia, junto a nuestras madres, a nuestros hijos, a nuestros mayores. Nos acercamos a votar no solo por un candidato, sino por un destino común. Por la libertad de la verdad y la paz de un nuevo comienzo. Esa fue nuestra negociación nacional: sin armas, sin odios, con votos. Fue el eco democrático del gesto de Cristo. Fue —literalmente— una pascua electoral.


EL SILENCIO DE MARÍA: AMOR, LEGITIMIDAD Y REDES POR VENIR


Hoy es también el día del Silencio de María. Ese silencio no es pasivo. Es un silencio cargado de amor, de espera activa, de dolor esperanzado. Y ese silencio de María —madre de Jesús— es también el de nuestra Madre Patria, que no grita, que no impone, pero nos espera mañana con el alba de un país mejor.


Cuando termine esta Semana Santa, volveremos a nuestras Redes, a nuestras acciones colectivas, a nuestros proyectos de libertad. Con espíritu democrático, con liderazgo renovado, con respeto a la legalidad, y con la legitimidad que da la entrega. Porque hemos ayunado en Cuaresma, y mañana volveremos al pan y al vino de la historia.


CONCLUSIÓN: HOY GANAMOS, PERO NO NOSOTROS


Hoy es un día para comprender que hemos ganado. No por nosotros, sino por Él. Porque Cristo ha triunfado. No solo como Dios, sino por nosotros y para nosotros. Es en este sábado —aparentemente vacío— donde el cielo se abrió en el abismo. Donde la mayor victoria se dio en la oscuridad.


Por eso, te invito a algo más: haz vigilia esta noche. En silencio. Sin celular. Sin redes. Solo, o con quienes amas. Pero unidos desde lo más profundo del alma. Unidos desde el Espíritu (Santo).


Porque mañana volveremos. Más humanos. Más sabios. Más libres.

 
 
 

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