El gobierno de derecha en Chile está "dando papaya". Los economistas oficialistas puristas están fuera de foco en pandemia. No es momento de jugar a calcular para poner condiciones "técnicas" y jugar a Dios (desde el ego tecnocrático y el poder momentáneo) colocando restricciones que son imposibles de explicar, dejan mal parado al estado, desdibujan la derecha, y lo hacen ver al Presidente, o a quien esté a cargo de la gestión de protección social, como un funcionario de estado o una autoridad que miente.
Ayer caminaba acá en Santiago, en la franja de "libertad temporal" que magnánimamente nos ha cedido el controlador estado (de 6 a 9 de la mañana) y miraba algo parecido a lo de esta foto:
No es momento de jugar a poner condiciones y jugar a Dios con restricciones para brindar ayuda desde el estado. Si un país tiene ahorros, o capacidad de endeudarse, debe gastarlos y entregar recursos monetarios directos a la gente, sin focalización, en pandemia, ahora, no mañana, sin condiciones, abierta y automáticamente.
El vendabal que han recibido las autoridades en Chile es porque mis colegas economistas se han olvidado de algo de fondo: el libre albedrío es más efectivo en medio del caos. Es imposible programar una reacción y calcular una necesidad cuando se está en medio de un tsunami económico.
El momento del cálculo es después. Cuando se entra en crisis, hay que vender el auto y la camisa y asegurar la comida y la educación.
Colocar beneficios monetarios directos accesibles y automáticos para todos es lo que debe pasar y no está pasando en Chile: es lo que explica que la población y los políticos le den la espalda al gobierno y acuerden un tercer retiro de los fondos de ahorro de los chilenos en las AFPs.
El Presidente no debería ir al Tribunal Constitucional. Su responsabilidad no está en cuidar un sistema por sobre el cuidado que debe tener al momento sobre la gente. Lo digo como liberal, como persona de derecha, como economista, como migrante, como experto en economía de las políticas sociales, con maestría en lo anterior y en financiamiento de la protección social, tanto en Ecuador, como en Chile y Holanda, como diplomado en negocios responsables en Inglaterra, como creador y fundador de la Red de Protección Social de Ecuador en los años de la crisis que devino en la dolarización en mi país y como editor de ADN@+.
Hay errores de bulto: comunicacionales, técnicos, políticos ni se diga, pero sobre todo hay errores tecnocráticos. Es un momento en el que hay que apelar a la voluntad de las personas que no necesitan, para que no pidan ayudas. Es un momento de llamar a un pacto nacional en el que los "súper ricos" paguen, como ya se ha anunciado desde la misma derecha, para cubrir a todos los "nuevos pobres", de modo de salir juntos. Es el momento de encarnar la solidaridad como bandera, y no la institucionalidad como obsesión.
Estemos claros: el sistema de AFPs no se va a caer con estos retiros, aunque confronte problemas de liquidez, como se leía ayer en declaraciones de la directora de la asociación de AFPs (El Mercurio). Todas las personas tenemos problemas de liquidez, pero eso no quiere decir que nos vamos a derrumbar, ni nosotros, ni nuestras familias, ni nuestros negocios, ni el estado, ni nuestras instituciones, ni nuestro país, ni el mundo.
Simplemente, las cosas van a ser diferentes. Insistir en sostener un orden fascinante porque funcionó y funciona es clave, pero cuando la realidad supera a las leyes, como dijo un ministro de Economía de Ecuador, es momento de cambiar las leyes, no solo las que emite el Congreso, sino las leyes técnicas y apelar a nuevas teorías que además, están ya funcionando en otros países.
Quien sabe si en Chile, como se hizo en EEUU, o en otros países desarrollados, se entregaba recursos directa y sencillamente, a través de un cheque, automático, desde el principio, la gente se hubiera quedado más tranquila, y quizá ya estaríamos prontos a salir a caminar y trabajar como ya lo están haciendo en otros países, que ayer ya comenzaron a liberarse de las cuarentenas.
Yo vivo en Chile en esta crisis. Me tocó ver cómo tuvimos que sacar adelante el país mío en el 2000 y como en un dejavu, hoy soy parte del día a día de un pensar en cómo sacar adelante al país de mis hijas, que nacieron y estudian acá y donde vivimos con amor y seguridad, y racionalidad.
Por dicho amor, creo que debemos todos apagar el ruido y trabajar desde los principios: la solidaridad, y aportar desde el ahorro, para crear menos ruido estatal, menos ruido político, más automatización, más tecnología para entregar recursos, directamente, como un ingreso universal fijo, monetario, libre y disponible, para que la gente lo tome, si lo necesita y si quiere.
Tengo amigos que no han retirado el 10% primero, ni el segundo. Tengo una mayoría de amigos que lo han hecho. Quizá algunos de los primeros lo vayan a hacer ahora con el 3ro de los retiros (30% de los fondos privados en las cuentas individuales de jubilación se esfumarían ya para muchos). Estamos todos más pobres, o menos ricos, o nos mantenemos de una u otra forma, milagrosamente, pero saldremos. Sobre todo si el estado se retira un poco y deja que la gente asuma su responsabilidad en sus manos, con sus ahorros.
Está surgiendo una nueva economía
La nueva economía de la tecnología y el ingreso básico unificado universal, monetario, directo y mínimo, básico, está surgiendo. Esto está ocurriendo en cada país, en cada ciudad, en cada empresa, en cada hogar.
Hay que apuntar a la autonomía de las personas en máximo grado, en el ámbito económico, de forma material, estratégica y financiera, no ex post, sino ex ante, en forma directa y para todos, colocando la libertad de elegir pedir o no pedir subsidio, como un principio.
Controlar es imposible en pandemia. El nuevo normal será violento si los elementos de insistencia del estado proceden a llevarnos a un escenario en el que los errores, dadas las coyunturas, se paguen socialmente caros. El nuevo normal será pacífico si los elementos de retiro de liquidez y de retiro de libertades se hacen viables, no por populismo, sino por solidaridad.
No soy de izquierda. De hecho, Yo no creo que Piñera miente.
Creo que su gobierno está encerrado en una burbuja de análisis en la que recién ayer despertó, tras caerse en la opinión pública incluso el apoyo de su partido, de sus partidarios, de la derecha, y llegando, según encuestadoras, a un 16% de aprobación.
Piñera tiene ya menos de 20% de apoyo, y tiene la responsabilidad de mantener y remontar en esa medición. Tiene la responsabilidad de mantener el gobierno, mostrar la relevancia de la derecha (para nosotros los de derecha) y la relevancia del estado (para todos, aunque no nos guste mucho, pero porque es lo democrático). Tiene la obligación de seguir gestionando, sea como sea, pero siempre con credibilidad.
Hoy miraba a una Ministra y a un Gran Subsecretario, cómo estoicamente procedían a resistir el vendabal de críticas y preguntas en el matinal, a fuego abierto, y me quedé grabado en la acusación de un ciudadano que le decía: "no les creo nada".
Creo, como profesional con formación y experiencia práctica en economía social de mercado, que el gobierno hace lo que puede, pero no hace lo que debe: liberar a la gente.
Ni la riqueza estará afectada; sabe defenderse. Ni las estructuras serán golpeadas; saben ser resilientes; ni el mercado estará en juego, ni la economía tampoco, y mucho menos la sociedad. Si eso es lo que preocupa.
Eso es importante, pero ahora no es urgente, y no se va a caer si uno mismo no lo corroe al dar una imagen de no preocuparse realmente y de fondo por la gente.
Esto, sobre todo, si la sintonía de las autoridades y del estado no se ubica en lo que importa ahora: evitar la pobreza, evitar el virus, y eso, simplemente eso, día a día, sin pensar tanto en el futuro o el pasado. Las variables secundarias son secundarias.
Menciono lo anterior porque mi opinión no es solo la de un editor, sino la de un experto, que mira cómo un Gran Subsecretario y una Ministra deben dejar medio cuerpo en pantalla, en lugar de darles la oportunidad de decir que la gente puede quedar libre por un momento de la focalización, le dejan libre del control del parámetro por unos meses, y le permiten atarse a sus principios y los de los jefes de hogar, para que como familia, como hogar, voluntariamente y como comunidad, con libertad, puedan decidir, en oración y empatía, si deben o no pedir subsidio, o dejarlo para alguien que lo necesite más.
¿Por qué no dejar libre el paso a la auto-focalización? Por qué no usar la transparencia para que cada uno decida sobre la base de poder mirar todos quién pidió y quien no, y saber si lo necesitaba o no, dejando el estigma como un elemento adicional, y colocando la humildad como elemento principal.
Si alguien quiere sumarse transparentemente a quienes piden, sin focalización, sino con auto-focalización, que sea libre!
La autoridad se pierde en lo público cuando se tiene que explicar algo que no tiene sentido.
Lo digo técnicamente, pero sobre todo, lo digo con cariño y desde el corazón.
ROBERTO F. SALAZAR-CÓRDOVA
POLITICS' PUB, ADN@+
Santiago, Chile
América Latina
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