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CUIDAR LA DEMOCRACIA: USANDO LA MICROECONOMIA DE LA POLITICA PARA PREVENIR TOTALITARISMOS EN LAT-AM

Actualizado: 26 jun 2023

Hay que cuidar la democracia, y usar la micro-economía de la política para prevenir una destrucción institucional y una implosión del gobierno y del estado. Hay que prevenir los totalitarismos en Chile, como en Ecuador, Colombia, Argentina, Perú, México, Centro-América, el Cono Sur, los Andes, el Caribe, Brasil, y toda América Latina.

MICROECONOMIA


La micro-economía ha sido por años, la gran rezagada en términos de su uso generalizado como herramienta para resolver los problemas macro, de agregados, y de bienestar.


Dicho error ha llevado a poner demasiado énfasis en la macro-economía, misma que no enseña los fundamentos, sino solo los resultados de las decisiones.


A modo de ejemplo: la macro-economía nos puede ilustrar sobre la relación entre tasas de interés y crecimiento; sin embargo, requiere de la micro-economía para entender por qué la tasa de interés sube o baja en primer lugar, al ser un precio de un mercado clave: el del dinero.


A dicha lógica la llamamos, en círculos académicos, los economistas: "micro-fundamentos", y es algo que lastimosamente no ha sido difundido mediáticamente para utilizar dichos micro-fundamentos en favor de iluminar definitivamente el debate de políticas macro en América en general, pero muy especialmente, en América Latina en particular.


Por ejemplo, hemos dejado de usar la micro-economía de la política para explicar el por qué la impaciencia por consumir políticas en el mercado correspondiente (el de las elecciones donde compiten los partidos y movimientos por curules y cargos en el sector público de la economía), lleva a asumir riesgos y a votar por productos cada vez más riesgosos en un inicio, y cada vez más conservadores, en lo que va del siglo 21.


Chile, dentro de lo último, ha sido un excelente laboratorio para mostrar cómo la postergación de la evolución política, llevó a un aprovechamiento revolucionario de la impaciencia por consumir bienes públicos no servidos exitosamente por operadores privados. El mismo Chile, meses más tarde, ha mostrado su renuencia a volver a mostrar mayoritariamente impaciencia, eligiendo nuevamente el camino evolucionario y formal, institucional, para hacer los cambios solicitados en el estallido de 2019, a partir de 2024, tras cinco (5) años de aprendizaje democrático sobre lo electoral y las preferencias de políticas públicas bajo un mercado con oferta limitada de espacios de diálogo, por poca demanda real por el mismo.


ALERTA QUE CAMINA...


Hoy se observa que América Latina mantiene impaciencia por consumir políticas revolucionarias: los procesos electorales en Colombia, Argentina, México, Perú, Ecuador, el mismo Chile, y claro, Bolivia, y otros países donde aún se puede votar (salvo Nicaragua, Venezuela, y Cuba), dan muestras de una tensión entre evolucionarios y revolucionarios.


Nuestra identidad cristiana siempre nos llevará a pensar en el prójimo como objeto de un amor tan caritativo como el que desearíamos tener de vuelta a la hora de proyectarnos a nosotros mismos en sociedad: somos seres socialmente cristianos, en gran mayoría.


Las luchas revolucionarias recientes han tratado de reemplazar el rol de la Iglesia y el Cristianismo en la esfera pública por la vía de quemar iglesias, como ocurrió en Chile en 2019, o por la vía de crear revoluciones que rompiesen con todo lo establecido, como ocurrió en Chile en 2020.


A todo aquél que en Chile no plegase a dichos comportamientos, se los tachó, desde los círculos académicos y sociales ligados a la "inteligencia social y política" sembrada en las poderosas universidades de Santiago (sobre todo), por todos los medios, como "fachos pobres".


Tras varios años de lucha democrática en las urnas, el porcentaje de "fachos pobres" convencidos del valor de la tradición, la familia, y la propiedad, pasaron del 20% al 40%, y al 60%, apuntando hoy por hoy, a llegar a un 80% en términos de rechazar el proceso constituyente establecido al arranque de la segunda década del siglo 21 en Chile.


Tal como había ocurrido en Chile, al iniciar la década 7 del siglo 20, hace medio siglo, el proceso político desconoció la micro-economía de las instituciones y la política y aceleró (revolucionó) fallidamente, con costos tan altos para las familias, las empresas, y las personas, que distorsionó la micro-economía, aumentó los precios del dinero y del crédito, rompió los micro-fundamentos del consumo, del ahorro, y de la inversión, y generó estancamiento y retorno hacia voluntades conservadoras naturales más favorables a la evolución republicana que a la línea de frentes amplios aliados a políticas comunistas.


APLICANDO LA MICROECONOMÍA A LA POLÍTICA


Siempre habrá revolucionarios operando a diario en los círculos políticos globales, y muy especialmente en los de América del Norte, del Centro y del Sur.


Los países del Norte suelen cooperar entre ellos para prevenir totalitarismos (e.g. OTAN) capaces de destruir sus democracias maduras y obligarlos a entrar en guerras fuera y dentro de sus fronteras.


En América Latina, sea en el Norte, como en el Centro y Sur del Continente, al igual que en Africa, la institucionalidad y cooperación sub-regional, regional, y sur-sur, no está tan desarrollada, lastimosamente.


La historia de nuestro joven continente cada vez se parece, al contrario, a la observada en Africa durante el siglo 20; lo ocurrido en Lat-Am y en Africa nos enseña que llevamos décadas y siglos de sub-desarrollo a cuestas y, si bien no todas las revoluciones inventadas para combatir este mal han resultado mal, también es cierto que son contadas con los dedos de la mano las revoluciones exitosas ocurridas durante el siglo 20.


Las perspectivas de futuro para el continente, nos muestran finalmente, que debemos prevenir la ocurrencia de revoluciones cuyo resultado sea, al final antidemocrático y totalitario. Si algo hemos aprendido en América Latina, especialmente, durante el Siglo 21, es que los países no se desarrollan por revoluciones socialistas recicladas de los rezagos de luchas del siglo 20. Varios países en el Norte, Centro y Sur de América, no solo latina, ojo, hoy retroceden tras optar por la impaciencia por consumir políticas públicas de lotería.


ALERTA QUE CAMINA II


En estos días, la encuesta CADEM de Chile muestra que el gobierno de alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, en solamente el último mes ha bajado de niveles superiores a 40%, a cotas inferiores al 30%.


Dicho gobierno arrastra consigo en este camino a la antigua Concertación, y la caída es encabezada por el Presidente perteneciente al Frente Amplio y "Revolución Democrática", y "Convergencia Social", por su toma de partido en favor de su núcleo duro, incluido el círculo presidencial en sí mismo.


La caída mencionada es, a la vez, la más rápida y profunda observada en cuatro semanas consecutivas, dentro de las 66 de ejercicio del gobierno izquierdista actual de Chile:


Todo apunta a que el nivel de demanda de los votantes individuales, en su micro-economía de la política pública y su demanda de las políticas ofertadas por los partidarios del régimen democrático actual, apunta a cotas de minorías: 1 de cada 3 personas en los mejores momentos, e incluso 1 de cada 4 en los peores para el régimen.


Frente a esta situación, el ministro de Hacienda ha requerido una reforma (primero) y luego pacto (después) tributario (fiscal), anunciando que "de no llegarse a dichos pactos" podría producirse un nuevo estallido social, como el de Octubre de 2019, que llevó las cotas de aprobación presidencial anterior a niveles inferiores a 1 de cada 10 personas:


Técnicamente, parecería un poco riesgoso que la autoridad fiscal diga lo que ha mencionado, pues las señales que transmite hacia el exterior, no ayudan en nada a la gestión micro, macro, nacional, o internacional de la economía o de las finanzas públicas y privadas.


Parecería que la autoridad máxima de la economía y de las finanzas públicas de Chile se ha enfocado solo en lo fiscalista y solo en lo macro, y no en lo económico y en lo micro, al no mirar que el problema no es de paciencia solamente, sino de aversión al riesgo, tanto local, en cada comuna, como en cada país, región y espacio territorial global.


Chile compite por inversiones de sus nacionales y de los globales en su territorio. Los dichos del ministro dan un alerta innecesario que, además, visto desde la micro-economía de la política, es absurdo, pues de llegar a sus espacios de poder, puede conducir a una revolución por implosión, parecida a la que se tuvo hace 50 años. Basta con mirar que las cotas de aceptación del anterior presidente eran malos y venían a la baja, antes del 18 de Octubre de 2019, pero no eran tan bajos como los de Junio de 2023, y de principio a fin de gobierno, tuvieron una velocidad de erosión mucho más baja de lo que tiene de punta a punta hoy por hoy su gobierno.


Escupir al cielo, o tirar piedras al techo de vidrio no es algo racional, y así están haciéndoselo saber al ministro Marcel colegas de sus partidos de la concertación en programas varios de análisis político seguidos por la centro-izquierda y la centro-derecha, que es el espacio que busca mantener cerca suyo el gobierno, para no caer en preferencias por debajo de 25%.


Se puede entender en la izquierda revolucionaria la intención de atrincherarse en un 20% mínimo, o a 25% promedio, e incluso a un 30% como máximo esperable tras los escándalos de corrupción que le han quitado piso a la alianza de gobierno en su espacio sociológico.


Sin embargo, el atrincherarse y responder con las viejas estrategias oratorias, y de destrucción de las instituciones, es un nuevo intento esperablemente fallido de patear el tablero, destruir los ministerios, los colegios profesionales, los partidos, los medios, las organizaciones de la sociedad civil, los mercados, las alianzas público-privadas, y apuntar hacia las comunidades con discursos solamente, sin presupuesto fiscal, ni economía real, y por tanto, con poca posibilidad de éxito.


Hay que cuidar la democracia, y usar la micro-economía de la política para prevenir una destrucción institucional y una implosión del gobierno y del estado. Hay que prevenir los totalitarismos en Chile, como en Ecuador, Colombia, Argentina, Perú, México, Centro-América, el Cono Sur, los Andes, el Caribe, Brasil, y toda América Latina.

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