Es tiempo de inaugurar las consultas populares a realizar por parte del gobierno de Ecuador.
El tema legal está atado de manos por una Constitución contradictoria, que al leerla de cabo a rabo, deja muchos vacíos para la discrecionalidad, y lleva a ejercer el poder de tres formas en el país: con autoritarismo, vía consultas y lobby en la Corte Constitucional, o vía consulta popular.
En el caso actual, donde se requiere actuar con urgencia frente a la violencia y la delincuencia, no basta con tener a la fuerza pública en la calle o cercando las cárceles, sino que se requiere reforzar la normativa que les permite (y refuerce) en su actuar para defender a los hogares, a las familias, a los barrios, las comunidades, las ciudades, las provincias y el país.
La Constitución vigente permite una vía autoritaria, que no es el camino: se pierde la democracia, se acumula demasiado poder y se termina entrando en esquemas insostenibles por corrupción creciente y pérdida de los equilibrios politicos, ambientales, culturales, económicos y sociales. El autoritarismo no es la vía para hacer las paces.
La Constitución también permite una vía de lobby: tampoco es el camino, pues en el entorno que todavía tiene por resolver el país, nuevamente, en lo político, ambiental, cultural, económico y social, por la inercia del pasado, el entrar a un esquema de lobby con las instituciones solo lleva a una inacción que le pasa la factura al país entero: la inefectividad puede ser el boleto para el retorno al (ó del) autoritarismo.
La vía democrática, sin autoritarismos ni fascismos violentos de estado, es acudir al mandante desde el mandatario, para pedir poderes temporales, que le permitan repelir con toda la fuerza lo ilegal, lo carente de principios, lo corrupto, y lo abyecto. Temporalmente, se puede entregar poderes especiales al Ejecutivo, lo mismo que a la Justicia, para que se capture y desarme las bandas, y se juzgue con celeridad y fuerza a los cabecillas y sus seguidores.
Los hechos ocurridos en las cárceles de Ecuador deben traducirse en consultas de los Alcaldes, los Prefectos, la Academia, hacia la ciudadanía: un esquema de cientos y miles de diálogos de base, con las comunidades, en cada territorio, apuntando hacia acuerdos para empoderar a la Policía Nacional, al Ejército Nacional, a las Cortes Nacionales, para entregar poder al Gobierno Central, siempre con observabilidad, verificabilidad y exigibilidad, no solo hacia los gobiernos locales y los diversos poderes centrales, sino hacia la sociedad en sí misma.
La Consulta debe crear un Hexágono de Hierro: en el que participen en el núcleo central, como acompañantes del Poder Judicial y del Poder Ejecutivo (Gobierno Central y en particular del Presidente de la República) a técnicos en seguridad y delegados de inteligencia afines a las Cámaras, las ONGs, las Asociaciones de Gobiernos Autónomos Descentralizados, la Academia, los Medios, y los Organismos Internacionales. Todos ellos deben rendir cuentas al Legislativo.
Si la sociedad no convoca a los mayores cerebros para trabajar con todo el corazón, de modo de recuperar el alma del país, lo más probable es que se caiga en un caos que debilite la democracia y ponga a patinar las instituciones.
La salida de la pandemia del COVID debe servir para que así como se votó para salir de la pandemia de la corrupción, se pueda salir, en el actual gobierno, de la pandemia de la delincuencia.
Es tiempo de consultar al mandante. Es tiempo de hacer una consulta popular por la paz.
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