Muchas veces se piensa que se requiere tener un solo candidato para unir fuerzas y ganar la presidencia frente a un contendor que aparece como más fuerte. Aquello no siempre es lo más adecuado por dos razones: 1) hay de por medio elecciones legislativas, que requieren diversidad en territorio para consolidar nacionalmente un sector político; y 2) tener diversidad dentro de la línea ideológica de centro, izquierda o derecha, ayuda a generar mejores negociaciones entre grupos políticos organizados, de modo de crear un proceso orgánico que tenga flexibilidades suficientes para articular convergencias de liderazgos:
CROSS-SECTOR PARTNERSHIPS
ELABORACIÓN: DIALOGO HEXAGONAL, CHILE (2021)
Los datos de la tabla pertenecen a un trabajo inicial de Salazar (Julio, 2021). Su fuente original proviene de un grupo de 35 líderes Chilenos, cuyos sesgos de voto se han tratado a través de un sondeo estructurado que ha sido utilizado previamente en el exterior para crear hipótesis de trabajo y mirar secuencias de negociación entre grupos de líderes en dos ejes: izquierda a derecha, pasando por el centro, y desde este hacia lo innovador y conservador.
En esta lógica, el equilibrio de largo plazo va a depender de la institucionalidad no solo del estado, sino de los partidos tradicionales, en diálogo con el núcleo de acuerdos pre-establecidos, sujetos a fuerzas de revolución y conservación que van midiendo semana a semana su progreso en la agenda, la esfera, y la arena pública, mediática y electoral.
Chile sigue evolucionando en medio de sus crisis gemelas: el estallido (2019) y la pandemia (2020) con una vía de escapatoria nacional (2021) signada por la democracia y la libertad de expresión, que han permitido que el diálogo, el debate, las elecciones primarias, la vía constitucional, la inclusión de grupos, y la tolerancia a nivel del estado, vayan descomprimiendo la situación.
Del mismo modo, la existencia de ahorros, buenas prácticas, y educación ciudadana, han permitido que la economía, la política y la sociedad vayan caminando hacia una ruta de convergencia que va dejando atrás los extremos, y hace que tanto la izquierda como la derecha se mesuren y busquen sus valores como máximo extremo (saludable), y propongan innovaciones independientes políticamente y operativas funcionalmente, para ofrecerlas (a dichas innovaciones) como plataformas programáticas, a ser ejecutadas desde la firmeza en los valores que cohesionan poco a poco los equipos y los ensambles de izquierda, derecha y centro.
Así como la Convención Constitucional comienza a implosionar en su conflictividad, y con ello, va quedando atrás el combustible del estallido, se observa cómo la democracia comienza a generar consensos cercanos más a la libertad que a la tiranía, y más afines a los principios que al relativismo. De dicho modo, y junto con una apertura de la economía basada en un proceso de combate exitoso a la pandemia, comparado con el resto del planeta, Chile comienza a abrirse nuevamente a su futuro, como lo muestra la reacción de los mercados, y la actitud de su gente, que vota en los mercados y desde los electorados por bienes, servicios y liderazgos afines a lo que su tradición siempre ha indicado como línea superior de funcionamiento: vale más la razón que la fuerza
Roberto F. Salazar-Córdova
Santiago, Chile
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