Somos seres sociales y gregarios. Llegar a acuerdos por razón y conciencia (nuestro ADN@+) es lo que nos diferencia como especie de otras formas de vida y ADN únicamente biológico, que funcionan (meramente, y también) por instinto y necesidad (algo que todos tenemos también, y que lo vemos como menos o más importante, según nuestro nivel de educación, cultura, conciencia y empatía).
Por instinto y por lógica, sabemos que al cierre de Agosto de 2021, equilibrar su presupuesto es el dolor de cabeza diario de las familias, empresas, gobiernos y grupos hexagonales (privados, públicos, del tercer sector, del cuarto poder, de las comunidades y lo global).
Sin una reactivación de la economía global y de las comunidades, que se pueda observar, verificar e incluso exigir en medios y redes, es imposible que los sectores económicos sin fines de lucro, gubernamentales y con fines de lucro, puedan recuperar sus finanzas.
La protección social es fundamental como medida contra-cíclica, mientras se reactiva el crecimiento económico y el empleo, se generan rentas, se pagan deudas, se recupera el ahorro, y se reactiva el proceso de inversión por sobre el consumo.
El crecimiento económico es el mejor aliado de la protección social a largo plazo, pero a corto plazo, la protección social es la mejor aliada del crecimiento económico, de modo de no perjudicar la capitalización de años pasados por falta de capital de trabajo, en todo el hexágono.
El desarrollo sostenible se hace difícil de pensar si se observa a los hogares vendiendo sus activos, rematando propiedades y transfiriendo riqueza por falta de liquidez, o al observar a las pequeñas empresas mermando su riqueza humana al despedir con tristeza a sus equipos de trabajo abandonando consiguientemente sus labrados nichos de negocio, transfiriendo presencia de mercado a quienes no les faltan recursos para cubrir sus gastos corrientes.
La conexión directa de los negocios con las comunidades, como centro de equilibrio no solo económico, sino social, y por supuesto político, amén de espacios ligados al ambiente desde lo cultural, enfrenta un reto en tiempos en los cuales la siguiente restricción, la del clima, nos respira en la nuca, como humanidad, y amenaza con causarnos no solo destrucción de infraestructura, sino hambre, costos y pérdidas de vida en general, no solo humana, sino de especies vitales para mantener el balance.
Sería complejo presentar aquí la cantidad de evidencia que sustenta el perverso impacto que dejará la pandemia sobre el mundo. Aquello activaría nuestras mentes y corazones, pero escribo acá, sin cifras, desde el ADN@+, para decir que nuestro instinto es el que debe impulsarnos, en este momento, a juntarnos, a dialogar, y a buscar salidas económicas y financieras de cooperación para que todos salgamos de la crisis.
Roberto Salazar
ADN@+
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