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CUBA


CUBA DESPERTÓ?

El estallido cubano de este Domingo es el tercero en un país comunista de América Latina, sumándose en Julio de 2021 a las protestas previas en Nicaragua y Venezuela; todas ellas se suman a las que ocurrieron en países liberales de América Latina desde Octubre de 2019: Chile, Ecuador y Colombia.

Si la narrativa en los últimos es la de “países que despiertan”, analizaremos acá su par en los otros tres países antedichos. Para ello, partimos de 10 puntos clave: la naturaleza de la protesta, el derecho a la resistencia, la escasez y el malestar, la igualdad absoluta y de oportunidades, los procesos constitucionales y de reconstrucciones, los estallidos frente a las revoluciones, las acciones y reacciones, la violencia frente al diálogo, y el rol de este último en las concertaciones, todo ello como formas de evitar guerras civiles y la pérdida de la vida y la paz.

LA PROTESTA ES NATURAL

El ser humano es inconforme. La ley de la escasez es eterna, y cuando se hace extrema, el inconformismo genera acción natural de protesta contra los gobiernos, cualquiera sea su tendencia. Muchos tienden a ver en la protesta natural un proceso exógeno, conducido por intereses de terceros; sin embargo, muchas veces la explicación es sencilla: la población se cansa y genera hastío de políticas ineficaces y protesta con ollas y caminatas urbi et orbi, per secula seculorum.

DERECHO A LA RESISTENCIA

El derecho internacional coincide en el derecho a la resistencia y protege los derechos de los manifestantes en cualquier país y circunstancia. De otra forma, la guerra sería la única salida, al no tener espacios de descompresión que muchas veces se apagan tan rápido como se generan, al existir no solo fenómenos reales, sino psicológicos atrás de las protestas y la resistencia. Si los problemas son de fondo, las consecuencias son iguales; si la reacción es virulenta, mayor será la acción y peor será la resistencia, hasta conducir a cambios de regímenes que perderán todo soporte moral de parte de las mayorías que previamente los eligieron o los soportaron.

ESCASEZ Y MALESTAR

En los tiempos actuales, es esperable que los países que no cuentan con los recursos para evitar la escasez estén sujetos al máximo malestar de sus ciudadanos. En el caso de Cuba, estos son los mayores eventos de protesta callejera desde la instalación del régimen comunista en dicha isla. El imaginario y la psicología están por debajo de la realidad y el riesgo, que las personas observan y comunican, más aún en tiempos de redes sociales que pueden apagarse, pero no pueden ocultar una realidad que se muestra evidente al revisar la rapidez con la cual el estallido cubano se propagó de provincia en provincia, en cuestión de horas.

LIBERTAD Y DEMOCRACIA

Muchas veces, lo psicológico asociado al encierro y la represión de aparatos de inteligencia o de control social hacen catarsis social, en medio de situaciones de escasez y malestar material, sumando un factor real a lo imaginario; sin embargo, cuando hay un vacío espiritual de fondo, como el asociado al anhelo de libertad, democracia, justicia y auto-determinación, lo psicológico y lo material se aúnan a un estallido mayor, que es capaz de convocar a mayorías que buscan un cambio de régimen, procurando heredar a sus futuras generaciones aquello que muchas veces disfrutaron sus previas generaciones: la libertad de expresarse sin miedo, y el placer de un debate político no solo uni, ni bi-polar, sino diverso, en el cual los hogares puedan encontrar identidad, por fuera de un discurso único, o de un enemigo permanente, buscando construir nuevos referentes asociados con todo lo que se observa en un mundo cada vez más interconectado y a veces sobre-revolucionado en lo político, pero politizado al máximo, al fin y al cabo.

IGUALDADES Y OPORTUNIDADES

Junto con lo anterior, cuando las instituciones no funcionan, pero se observan privilegios de clase dominante, como ocurrió en el Este de Europa hace varias décadas, los regímenes de cortina de hierro caen, de modo de construir reales igualdades y verdaderas oportunidades. El caso de la Alemania “Democrática” que se unió con la “Federal” es un referente de aquello, al igual que la independización de los países de la ex Unión Soviética, que miró cómo Ucrania y otros estados naciones terminaron independizándose en búsqueda de una igualdad superior: la de la identidad y la de la oportunidad de vivir conforme a sus mayores anhelos de oportunidades descentralizadas con respecto a Moscú.


CONSTITUCIONES Y RECONSTRUCCIONES

En América, salvo por el caso de las demandas de Santa Cruz, en Bolivia, las búsquedas no terminaron en procesos de independencia o de autonomía siquiera. Muchos piensan que en Chile ese sería el caso que persiguen las identidades Mapuches; sin embargo, ese escenario es lejano. En el caso de Ecuador, por ejemplo, donde durante los años 90s, tras los eventos de Europa, el movimiento indígena buscó la creación de la denominación de nacionalidades y pueblos, y construyó un imaginario de circunscripciones territoriales indígenas, aquello nunca prosperó, incluso con constituciones y reconstrucciones, hacia la independencia de territorios. Lo mismo que pasa en Cuba, y lo mismo que pasará en Chile, donde las luchas serán más sectoriales y políticas que independentistas, por el nivel de fuerza que usualmente tienen, en sus límites, las constituciones, y por las necesidades reales de igualdades, oportunidades, que son limitadas conforme se generan “micro-estados”, según lo muestra la evidencia del Este Europeo, donde la naturaleza de la protesta de la revolución de República Checa, tras la división con Eslovaquia, mostró que el equilibrio venía dado no tanto por la independencia, sino por la protección de la asociación, el derecho a la resistencia, la unión para paliar la escasez y el malestar, y la construcción conjunta de caminos de igualdad absoluta y de oportunidades, con procesos constitucionales muy parecidos y de reconstrucciones muy similares, con debilidades mayores, que los hicieron más vulnerables a estallidos frente a futuras revoluciones, con menos fortaleza en las acciones de desarrollo, sosteniéndose gracias a la cooperación y el mercado común europeos, que se han centrado siempre en evitar la violencia y ponderar al diálogo, tendiendo ya no una cortina de hierro, sino una cortina de territorios de defensa, cercanos a la lógica de la Unión Europea, cuyo rol está asociado a la construcción de concertaciones. Todo ello crea formas de evitar guerras con potenciales aliados europeos orientales extremos y dejar atrás la posibilidad de una consiguiente pérdida de la vida y la paz que tanto le ha costado a a Europa construir a partir de la post-guerra desde los años 45.

ESTALLIDOS VS REVOLUCIONES

América Latina siempre mira hacia Europa y Estados Unidos como referentes en su política. Los estallidos de Cuba o de Chile muestran que los países pueden despertar, pero al igual que ha ocurrido en Venezuela o en Nicaragua, o lo que ha ocurrido en Ecuador y Colombia, las acciones son estallidos y no revoluciones, pues convocan por un momento para demostrar fuerza y exigir nuevas rutas, nuevos acuerdos, y evoluciones más que revoluciones, pues incluso en las mal llamadas “revoluciones” del siglo 21, de corte “socialista”, la real pared con la cual se han topado sus líderes, es la de un espíritu de poco respeto ya por la lógica de la igualdad, en un mundo totalmente individualista, en el cual cada persona exige sus derechos, pero no busca realmente construir un proceso dialéctico de progresismo hacia el socialismo, y desde este hacia el comunismo, pues nadie quiere realmente que se le quiten sus derechos, incluido el de la propiedad. Por ello, la protesta de Cuba muestra los límites que tiene el comunismo latinoamericano para generar procesos políticamente sostenibles que no puedan convivir con el anhelo de libertad y derechos que exigen hoy sus sociedades.

ACCIONES Y REACCIONES

América Latina sigue progresando de la mano de sus ciudadanos que ponen límites a la corrupción, con acciones de calle y manifestación rupturista, que son capaces de hacer impacto de la mano de la generación disruptiva del milenio que busca su espacio en la sociedad y se manifiesta por igual en acciones contra regímenes de países liberales y contra países socialistas y comunistas. El cambio de tono del líder del partido comunista en Cuba, de ayer a hoy, muestra que las reacciones no pueden ser más las de un llamado al combate, sino el de un llamado al diálogo. Algo parecido ocurrió en Chile con el presidente actual, que inicialmente habló de una guerrilla infiltrada a la cual se reaccionó con el ejército, pero que luego derivó en una aventura constitucional que muy probablemente implosione políticamente en medio de su propio caos, y de los límites institucionales impuestos por los partidos de centro, de izquierda a derecha, y por la participación de pueblos que hoy hacen escuchar su voz y generan reacciones que colocan en agenda elementos nuevos en Chile, pero viejos en la región. Lo de Cuba y las identidades será un tema que deba analizarse, pero por ahora nos centramos solamente en la rápida reacción hacia un llamado al diálogo y una pedida de disculpas en una especie de “Glassnost” criollo caribeño, aceptando la ineficiencia y prometiendo corregir, haciendo un llamado a la paz, que terminará con un estallido que implosiones en Cuba como implosionará el estallido en Chile, y como han implosionado los estallidos de Colombia, Ecuador, Nicaragua y la propia Venezuela.

VIOLENCIA VS DIALOGO

Muchos piensan que la violencia, las armas, la guerra civil, la aniquilación del distinto y la organización basada en llamados militares o para-militares es una salida. Posiblemente deberán mirar con mucho ojo lo ocurrido en Haití, donde los aventureros colombianos y estado-unidenses fueron capturados después de liquidar al presidente socialista. Lo mismo pasará en Cuba, y de modo distinto, lo mismo pasará en Chile, donde los presos “por luchar” no serán liberados, debido a que hay evidencia de su participación en actos criminales juzgados por la institucionalidad que ha puesto límites a la Convención Constituyente, que reclamaba libertad y buscaba atribuirse poderes para liberar a dichos presos. Muchos dicen que la presión venía dada porque dichos “presos” habían anunciado que “hablarían” sobre quién les financió, si no los liberaban. Tal como pasa en estos temas, será más probable que dichos presos callen sus voces y tengan que pasar cárcel, los temas constitucionales se moderen, y Chile termine controlando el proceso en función de un diálogo político, lo mismo que hará Cuba, y las cosas serán como han venido siendo por décadas, con estallidos y reordenamientos basados en el diálogo.

DIALOGO Y CONCERTACIONES

Para cerrar, es necesario calmarse en estas cosas: ni los estallidos del un lado, ni los del otro, tienen opciones para convertirse en cambios de regímenes; posiblemente lleven a cambios de mayor apertura democrática, con mayor participación, con cuotas y con estructuras más complejas, quizá sobre-reguladas, muy probablemente menos eficientes que la lógica centralizada de una élite de izquierda o derecha que gobierna a placer, con sistemas de uno o más partidos que tienen acuerdos estables, que quizá cambien en las formas para lograr un “último día del despotismo y primer día de lo mismo”. Las sociedades se forman con una mezcla de un poco de violencia, temporal, un diálogo atemporal, y concertaciones esporádicas, que generan procesos de avance, a veces lentos, a veces rápidos, dependiendo de la capacidad de los países para que los diálogos y concertaciones se conviertan en convergencias. En todo esto, tras mirar lo de Chile y de Cuba, como referentes polares de procesos liberales-libertarios y socialistas-comunistas, será valioso como siempre mirar hacia Ecuador y su propuesta actual de “País de Encuentro”, pues muy probablemente allí, merced a la convergencia de izquierdas, centros y derechas, indígenas y no indígenas, urbanos y rurales, serranos y costeños, y otras diversidades, se tenga un referente pacífico para proseguir un desarrollo hacia un territorio en el que fluyan las divisas, se ejerzan los derechos, haya diálogo permanente, y se descentralicen las decisiones, de modo que convergan territorialmente las concertaciones. Veamos qué ocurre en estos años en Cuba y en Chile. El tiempo es el único juez con respecto a lo que uno pueda pensar, analizar, u observar.


Al final de cuentas, la convergencia requiere, en resumen: liderazgo, incidencia, alianzas, comunicación, ideas, inversiones, responsabilidad, sostenibilidad, y por supuesto: diálogo entre diversos, de modo de acordar no solo derechos sino responsabilidades observables, verificables y exigibles para el desarrollo económico, social, político y sustentable, se venga de derecha a izquierda, como en Chile, o de izquierda a derecha, como en Cuba.


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