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8 DE CADA 10 ...

La secuencia Fibonacci pasa por el 8 luego del 5 y salta a 13 sin detenerse en el 10. El 8 es importante, pues la espiral de Fibonacci se traza uniendo dos vértices de cuadrados adosados. Sin los 8 puntos de referencia, no habría posibilidad de trazar la espiral:



La longitud del lado de los cuadrados viene dada por la sucesión de Fibonacci:

La sucesión es creciente y no está acotada (superiormente). Esto implica que la sucesión es divergente (no convergente), es decir, no tiene límite. Por tanto, la sucesión crece indefinidamente, y al contar con 8 ángulos, se puede trazar ya tendencias.


Una aplicación práctica de lo anterior viene, en materia de diálogo, cuando se realizan grupos focales: el número de participantes mínimo para obtener una semilla cualitativa es 8 (ángulos del problema, miradas diferentes, perspectivas, enfoques, o como deseemos llamarlos). El punto de saturación suele alcanzarse cuando se invita a 10 personas y 8 de ellas comienzan a repetir el discurso, un taller tras otro...


Conocer dichas tendencias y pensar en la sucesión de ideas que generan acuerdos de mediación y negociación, es una forma de mirar en inverso la sucesión de Fibonacci, es decir: si se puede encontrar secuencias de cuadriláteros, con 8 puntos que permitan trazar las distancias entre argumentos, se puede hallar la forma de convergencia al desacuerdo nulo o unitario, o incluso a la discusión en un eje de di-logos.


Conociendo dos puntos de vista divergentes, que forman cada uno su propio cuadrilátero, se puede crear secuencias de convergencia en talleres de 10 personas, hasta encontrar 8 que estén de acuerdo en temáticas de convergencia. Al reducir los elementos hacia dos puntos de vista cuadrados superpuestos en una estructura social, se puede habilitar un diálogo hexagonal.


Esto es así porque al tener 10 invitados, con 8 puntos claros, y crear dos perspectivas principales, se puede trazar la desigualdad estricta en sentido inverso, es decir, an+1>an, desde n≥2. Cuando se puede hacer grupos focales que terminen en una discordia, se puede crear diálogos hexagonales que tomen la sucesión decreciente que no está acotada (superiormente) en términos de conflicto. Esto implica que la sucesión inversa es convergente (si se la toma en el sentido contrario de su naturaleza de crecimiento divergente del anatema).


Sin diálogo, las divergencias no tienen límite. Por tanto, la sucesión de hechos violentos y de rabia crecen indefinidamente.


La sucesión de Fibonacci puede ser utilizada como una sucesión de acuerdos por recurrencia. Esto significa que si se puede calcular un par de cuadrados de la sucesión se podrá calcular los términos que le anteceden y trazar una hoja de ruta para la convergencia y el acuerdo, por más rabia, armamento y desencuentros, o violaciones de derechos, o espirales de violencia que puedan existir.


El objeto de un Diálogo Hexagonal es, entonces, partir de dos pasos previos: trabajar un grupo focal tras otro, en secuencias de 10 grupos, bajo conflictos, para encontrar trazas de posibilidades, en las cuales las discursivas conduzcan a crear cinco categorías de posibilidades de encuentro (por ejemplo: políticos, ambientales, culturales, económicos, ó sociales), buscar tres ideas principales (temas de interés) por cada categoría, en los grupos focales, y luego de ello, retroceder hacia la búsqueda de al menos dos puntos de vista que permitan convocar a posiciones polarizadas, de modo de encontrar un punto medio único, donde el conflicto pueda tender a converger a cero.


La búsqueda está en hallar los dos primeros términos: a0=0 y a1=1, donde se anularía el problema sin perder identidad ni ADN de cada parte en una negociación.


Todo buen diseño parte de la capacidad para invitar a 100 líderes en un territorio global, regional, nacional, o local, separarlas aleatoriamente en grupos de 10 personas (por países, por ejemplo), y mantener una conversación a la largo del tiempo, para hacer análisis de reacciones que permitan conocer tendencias que rompan el silencio y nos brinden ejes que permitan hallar foco en grupo, para luego sí invitar a las 100 personas a formar cuadriláteros de diálogo, con al menos dos proyectos que creen cohesión.


Una buena forma de usar los grupos focales iniciales, es pensar en inversiones en red, no solo para crear rentabilidad privada, sino impacto en los cinco ejes: políticos, ambientales, culturales, económicos y sociales, antedichos.


Una vez que se ha trabajado aquello y se tiene 100 líderes potenciales que se mantienen atentos y reaccionan (positiva o negativamente) a los discursos, se puede convocar a un diálogo, al tener separados los ejes de diferencias, de modo de crear una competencia entre dos grupos capaces de hacer converger el siguiente cuadrilátero: 1) proyecto, 2) personas, 3) permisos, 4) peculios.


Sin proyecto no hay acuerdo dable, pero el mismo no sirve sin personas que se comprometan en un segundo momento; esto anterior es requisito para dialogar ya sobre permisos para que se construya un fin público (con dos o más grupos en discordia, que se permiten operar entre sí), creando las bases para que se pueda invertir peculios a corto, mediano y largo plazo, según el proceso del proyecto siga su curso con las personas, se mantengan los permisos vivos, y se multipliquen los peculios.


Tener dos proyectos en competencia crea un portafolio, y hacer aquello en 10 territorios permite tener 100 personas dialogando hexagonalmente sobre la base de dos iniciativas concretas por cada territorio, hallados a partir de diálogos hexagonales anteriores, en secuencia permanente, basados en grupos focales que permitan hallar no solo políticas comunes, sino un ambiente protegido de convivencia, creando una cultura de diálogo, desarrollando una economía en franco desarrollo, y convergiendo socialmente hacia un espacio que produzca cohesión social al crear orgullo de pertenencia.


Todo parte por tener 8 de cada 10 de acuerdo con una discursiva, en un marco de conflictos: lo narco, lo estatal, la violencia, la inseguridad ciudadana, la inseguridad para invertir, la incertidumbre, la ideología, la ignorancia, los intereses descalificados, el terrorismo, las violaciones a los derechos humanos, la ineficiencia, la inoperancia, la traición, la rabia, la violencia, la juventud, lo añejo, el patriarcado, la revolución, la cárcel, la corrupción, la desigualdad, la recesión, la inflación, el déficit, la insostenibilidad, la democracia, la justicia, y cuanta causa podamos mirar en el horizonte como algo que nos separa pero que podría, de cambiarse con diálogo, unirnos.


Como Diálogo Hexagonal, hemos decidido desarrollar este proceso, desde 2003, y tras 20 años de experiencia, creemos que es momento de llegar al 2023, ojalá en Septiembre, y con fecha exacta: el 11 de Septiembre de 2023, y Junio de 2024, con resultados que nos permitan trazar una hoja de ruta latino-americana que nos pueda servir para llegar a consensos regionales que nos posicionen globalmente para los próximos 50 años.


Estamos seguros de que la Red Santa Cruz de Inversores de Impacto crecerá durante este y el siguiente año, de la mano del Diálogo Hexagonal, hasta encontrar 8 de cada 10 acuerdos dables en 10 países de nuestro continente, desde Canadá hasta Chile, pasando sin duda por el Ecuador.


Si desea ser parte de la centuria o la decena, y de los 8 de cada 10 en su territorio, estamos a las órdenes:




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