2025, 20 DE ABRIL: DOMINGO DE RESURRECCION Y DE ALEGRIA DE NUESTRA MADRE DOLOROSA
- Roberto F. Salazar-Córdova, Hexagon Group
- hace 2 días
- 4 Min. de lectura
Iniciando los 120 años del Milagro de Amor de Nuestra Madre Dolorosa hacia la Juventud Andina

Por Roberto F. Salazar-Córdova
ECONOMISTA PRINCIPAL
ADN@+6
Desde SANTIAGO de Chile, CAPITAL FINANCIERA de los Andes, al sur del mundo...
Con el alma en QUITO, Ecuador, CAPITAL ESPIRITUAL de los Andes, en la mitad del mundo
AL AMANECER, EN VIGILIA
Hoy amanecimos en silencio.
Quienes velamos durante la noche ante el Santísimo Sacramento, sabemos que la vigilia pascual no termina con un canto, sino con un despertar.
Y el sol de este domingo nos ha encontrado de pie, en alma y cuerpo, sabiendo que Jesús ha resucitado.
Y es que, con Él, resucitamos nosotros: los pueblos que creemos, que trabajamos, que soñamos con el Reino, que sembramos futuro desde nuestras familias, nuestros territorios, nuestras inversiones y nuestras lágrimas.
Este 20 de abril es el Domingo de Pascua, pero también el inicio del Año 120 del Milagro de la Virgen Dolorosa en Quito.
La Madre que abrió los ojos en 1906 para mirar a los jóvenes, hoy nos mira de nuevo, a todos nosotros, a esta generación de andinos, de padres e hijos, de pueblos que se rehacen en lo alto de la cordillera.
Ella, a diario, con su imagen, nos invita a una resurrección que no sea simbólica, sino real.
DE LA VIGILIA A LA CONVERGENCIA
Hoy, en oración, entendimos que la Red Santa Cruz es una Vigilia. Una vigilia en la historia, para que la inversión vuelva a ser sagrada.
Una vigilia en el mercado, para que la tecnología se ponga al servicio del alma.
Una vigilia en lo familiar, para que nuestras hijas, nuestros hijos, nuestros mayores, no queden fuera del Pacto.
La vigilia de anoche fue ante el Santísimo. Pero la de hoy —la que comienza ahora, al resucitar— es una vigilia de convergencia. De cuerpo y alma. De lo micro y lo macro. De lo financiero y lo espiritual.
Porque no hay otra forma de hacer mega impacto si no es uniendo lo visible con lo invisible, lo personal con lo territorial, y lo económico con lo que da sentido.
Eso es lo que celebramos hoy: que sí se puede invertir desde el espíritu, que sí se puede crecer con ternura, y que sí se puede construir riqueza sin destruir el alma.
EL HEXÁGONO DE LA RED: INVERSIÓN EN COMUNIÓN
La Red Santa Cruz se construye en hexágono.
Seis vértices que sustentan esta nueva forma de resucitar el desarrollo. Son seis fuerzas, seis voluntades, seis capacidades que —al encontrarse— generan no solo economía, sino redención comunitaria:
Los territorios y pueblos organizados, guardianes de los páramos, los bosques, las semillas, y las tradiciones.
La sociedad civil viva y estructurada, que articula comunidades de práctica, movimientos, cooperativas, sindicatos con alma y con horizonte.
Los medios y las universidades, que forman criterio, verdad, conciencia, y nos recuerdan que el saber debe estar al servicio del bien común.
Las empresas privadas locales y andinas, que pueden y deben ser rentables y responsables, creando trabajo con sentido, dignidad y arraigo.
Los inversionistas de impacto global, que hoy buscan dónde colocar su dinero para transformar, y encuentran en los Andes no solo riesgo, sino milagro.
Las autoridades democráticas, que si gobiernan con vocación, pueden legislar en favor del alma de sus pueblos, y no solo de sus votos.
Juntos, en hexágono, resucitamos a diario, desde hace 20 años, la inversión.
Y en ese modelo, cada uno puede ser un inversionista desde el alma, incluso si no tiene capital financiero. Basta tener corazón, ideas, comunidad y ternura.
LA RED ES CUERPO Y ALMA
Como María al pie de la cruz, como los discípulos al partir el pan, como los jóvenes del Colegio San Gabriel en 1906, la Red Santa Cruz cree en lo que no se ve y trabaja en lo que sí se toca.
No somos una teoría.
Somos cuerpo que camina, alma que guía.
Somos tecnología que escucha la tierra, y capital que no olvida el rostro de los pueblos.
Nuestros proyectos —como Sierra|ANDES, que hoy avanza en pilotaje desde los páramos ecuatorianos hacia la certificación más seria del mundo— no son simplemente emprendimientos.
Son misiones pascuales.
Son campos de resurrección donde se siembran árboles, se restauran suelos, se reordenan cuencas, pero también se tejen familias, se protegen infancias, se custodian aguas, se fortalecen mujeres.
Y todo eso se hace con inversión, sí. Pero también con encargo.
Porque nosotros, los que hoy celebramos Pascua, nos hemos encargado de hacer las paces.
Y lo hacemos cada vez que una familia ahorra para educar, cada vez que una comunidad siembra un token con propósito, cada vez que una abuela reza y confía en que sus nietos tendrán trabajo con dignidad.
DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE, EN CUATRO DIMENSIONES
La Red Santa Cruz y su ADN@+6 proponen una sintonía real entre:
Lo político, porque la paz se construye con leyes, no con eslóganes.
Lo ambiental, porque sin suelo no hay cielo.
Lo cultural, porque sin memoria no hay futuro.
Lo económico, porque sin trabajo no hay justicia.
Y lo social, porque sin comunidad no hay humanidad.
Todo eso ocurre cuando unimos nuestras familias, nuestros ahorros, nuestras empresas, nuestras academias, y nuestras oraciones en una inversión hexagonal que genera retorno en:
Micro territorialidad (con impacto real donde vive la gente).
Región natural (Andes, cuenca amazónica, corredor biocultural).
Continente mesoamericano y sudamericano (como pacto andino de civilización).
Escala global, con los que hoy necesitan caminos nuevos para su inversión ética.
CONCLUSIÓN: MADRE DOLOROSA, RED RESUCITADA
Esta mañana, cuando cantamos “Cristo ha resucitado”, también resucitamos nosotros. Los que no dejamos que la Dolorosa cierre los ojos. Los que invertimos con ternura. Los que organizamos una Red Santa Cruz que es, ante todo, una red de amor inteligente, de alma estratégica, de cuerpo organizado.
Desde Santiago, capital financiera de los Andes, miramos hoy a Quito, capital espiritual de los Andes. Y le decimos a Nuestra Señora Dolorosa:
Gracias, Madre, por abrir los ojos en 1906. Gracias por no cerrarlos jamás. Gracias por mirarnos hoy, mientras intentamos —como red, como proyecto, como familia— resucitar contigo.
EN NUESTRA RED, ORAMOS Y TRABAJAMOS JUNTOS...
EN CADA URBE DEL MUNDO, POR LA SOSTENIBILIDAD ETERNA.
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